[ por: Andrés Daly ]
The Young Lions es por momentos una película sorprendente, con un enfoque totalmente inesperado, donde Marlon Brando personifica a un oficial nazi (con un perfecto acento alemán, en un tono de voz aún más bajo y pausado que su registro), al Teniente Christian Diestl, envuelto de pronto en la Segunda Guerra Mundial. El film nos permite asistir a su participación en la destrucción e invasión de Europa y Africa por el régimen de Hitler, el desarrollo de su profundo desencanto con el ejército alemán y su patria, sus encuentros y desencuentros con amigos y enemigos, la aparición totalmente disímil del amor en una mujer que es prácticamente parte de la resistencia francesa (un excelente contrapunto) y hacia el final del film, ser testigos de cual o en qué consistirá el heroísmo de Christian, ese heroísmo que existe cuando nadie está viendo.
Es una película desencantada y arriesgada, que debe haber sido extremadamente polémica en su momento al «humanizar» un nazi -¿como si estos no hubiesen sido humanos?- una polémica de esas absurdas, como cuando esta película estuvo en los cines hace unos años. Finalmente, aca hay un punto de vista más realista que de costumbre en el mainstream. Aqui no hay un John Wayne fumando un puro ni un Sean Connery desembarcando en Normandía.
El personaje de Brando es una contraposición notable a los otros dos personajes protagónicos de la película, que aunque son estadounidenses, tampoco corresponden -que es lo que uno espera- al paradigma de héroe Hollywoodense que el mundo recibió durante casi 18 años, año a año, antes de este film. Resulta un poco increíble que la primera película estadounidense sobre la segunda guerra mundial es tan próxima a la guerra misma, que es casi un work in progress: «The long voyage home» (1940) de John Ford. Los personajes estadounidenese, antihéroes convertidos en héroes, son nada menos que un cínico y disidente bebedor (Dean Martin) y el tonto del pueblo (Montgomery Clift).
Una de las escenas más interesantes, aparte del excelente final, es el segundo encuentro de Christian y Francoise (Liliane Montevecchi), la chica francesa de la que él se enamora. Ella inicia el siguiente diálogo:
–You are not the same.
–When you see the faces and the bodies of the men you`ve killed, you’ll change… you have to have something in front of you or you will go insane. For hours I was almost afraid I just invented you.
–But I’m real.
–Yes.
–Christian please stay, there isn’t anything for you to fight for. There never really was. Christian, You’re a not a golden warrior anymore (…) Don’t throw this away… Please, Don’t throw this away…
–I think… I’ve come too far.
«The Young Lions», junto con la excelente «Das boot» (1981) de Wolfgang Petersen (¿qué te pasó Wolfgang?!), son películas que no simplifican los verdaderos problemas y dudas de los oficiales y soldados alemanes durante la guerra; se agradece que a uno, como especador, no lo traten de tonto y nos llenen la pantalla de alemanes desaforados gritando ACHTUNG! ACHTUNG! SCHNELL! disparando sin cesar a unos héroes de cartón, esos soldados alemanes de la segunda guerra que solo pueden ser parte de un videojuego.