[ por: Andrés Daly ]
Teresa, la hermana menor de mi madre, vive en Richmond, Virginia, EE.UU. desde hace veinticinco dieciocho años. Como en una historia de amor digna de una película, transformó un viaje turístico para visitar a una amiga en EE.UU, la tierra del supuesto sueño americano, en una boda inmediata con un ex-novio al que no veía desde hacía más de una década. Durante mi infancia y por unos años, intercambiamos varios correos (por supuesto, aquellos de papel, lápiz, sobre y estampillas, en los días pre-email) mientras ella estaba allá y yo vivía en Lima, Perú. Una tarde cualquiera, abro uno de sus correos, generalmente gruesos, por las hojas dobladas de historietas que me adjuntaba, y me encuentro con una tarjeta azul pequeña con una firma que dice…
…Ernest Borgnine….¿el viejito de Lobo del aire? (Airwolf, 1984). Sin más preámbulo a este post, y con un poco de extraña vergüenza, debo admitir que sí, ¡tengo un autógrafo de un actor!, y uno del cine clásico de Hollywood, aunque hoy, bastante olvidad0. Así que después de guardar durante años la tarjeta, que permanece hoy día muy digna dentro de la caja DVD de colección de esta película, pude ver, al fin, porqué Borgnine se llevó – merecidamente – la estatuilla del Oscar a Mejor Actor el año 1955, ganándole nada menos que a: James Cagney (Love me or Leave me), James Dean (en East of Eden, – Al este del paraíso de Elia Kazan, en una nominación póstuma); a “la voz”, Frank Sinatra (The man with the golden arm) y al gran Spencey Tracy (Bad Day at Black Rock). Eso sí que es una dura competencia.
Como dice Burt Lancaster en el trailer de la película, Marty es un personaje que resulta, curiosa y profundamente, muy querible para la audiencia. Poco agraciado, no muy brillante ni erudito, solterón conformista, de cuarenta años, de pocos y desagradables amigos, felizmente dominado por su madre; pero, en búsqueda del amor. Resulta increíble el efecto que produce; todo debido, claro, al hermoso acto de equilibrio que hace Borgnine al crear este personaje de “gran-pequeño hombre”.
Es un logro tremendo ver un personaje tan bien delineado y consecuente durante todo el metraje, lleno de sutilezas; tantas, que uno no puede mas que rendirse ante el paulatino y extraño agrado que produce estar en compañía de un hombre al que uno le desea, simplemente, lo mejor.
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