Prófugos

Saldando una vieja deuda

[ por: Andrés Daly ]

Hace muchos años, leía en una conocida revista de cine nacional llena de imágenes en papel couché, que se estrenaría la primera película de acción chilena. Era un fanático del género, entonces mucho más que hoy; un adolescente con su cabeza atiborrada de secuencias completas de películas de Schwarzennegger y su honorable Cía, en ochentera/noventera gloria. Miraba una y otra vez la única fotografía «de acción» que recuerdo que aparecía en esa revista. Muy simple: un misterioso hombre atravesando un gran ventanal, en una noche azulada. ¿Escapando?. Freeze Frame. Stop. Me imaginaba, a partir de ella, una gran producción, en alguna parte de la ciudad de Santiago. Acelerada, vertiginosa, comparable con aquello que estaba mirando en VHS o en televisión.

Desilusión total, con la película de aquel entonces. Ingenuidad adolescente, también. Persecuciones y montajes soporíferos, peleas de espanto. Golpes también, pero con la realidad. Como la misma televisión local me lo mostró durante los años venideros, cuando llegase una supuesta escena de acción –si es que temerariamente aparecían, siempre breves, extrañas- no habría suspensión de la incredulidad que aguantase. Si este tipo de secuencias parecían aproximarse en la trama, atención: a tomar distancia, cerrar un ojo y esperar que finalice. Simulacros. No era el momento.

Amparo Noguera, Francotiradora. Valparaíso.
Santiago

Fast forward varios años más y los trabajos del exitoso tándem Ernesto Díaz Espinoza y Marko Zaror dan por fin sepultura a ese veredicto. Como cuando la vi –y proyecté- sigo pensando que la secuencia en que Zami (Marko Zaror) pelea en “Kiltro” (2006) con una treintena de sujetos en un callejón, es la mejor escena de acción en el cine chileno. Sí, incluso con su falsa sangre digital incluída. Punto.

Pero esa deuda con el género, en la pantalla que es cada vez menos chica, seguía. Casi intocable. Pero, ¿por qué no se va a poder hacer una buena serie de acción, con tintes policiales, producida y realizada completamente en Chile, y que no tenga nada que envidiarle a una producción extranjera?. Se puede. Ayer se pudo. Si hasta la PDI parecía la CTU.

“Prófugos”, en su primer capítulo de ayer a las 22:30 hrs. en HBO, sigue mostrando ese compromiso de este canal de cable –al que le tiré, como fanático, un cargamento de flores en un artículo previo: como no, si acababa de ver “Deadwood”, “The Pacific” y “Six Feet Under”, grandes joyas de la corona ¿no?- con producciones notablemente realizadas, de estándares de calidad de guión y estética cinematográfica que no vemos en la televisión nacional, con muy pocas excepciones, a mi gusto, «Los 80″ y la miniserie»Héroes».

Sin sorpresas en la trama o en su montaje, asumiéndose como puro y estricto buen trabajo de género, esta certeramente dirigida máquina de suspenso, con algunos momentos climáticos de acción (que no desilusionan en su factura, sino que al contrario, sorprenden), contó ayer el viaje de un grupo de traficantes que recorren medio Chile, de norte a sur. Arriba de un camión y luego de otro, violentos, silenciosos, cuatro personajes haciendo un gallito en el desierto. Testosterona, amenazas, ud. sabe. Invocando el carácter de Jack Bauer. Llegando desde la frontera Boliviana, el grupo busca realizar una transacción de un gran cargamento de droga, encubierta en forma de petróleo primero, en el camión ojiva que conducen, y luego como vino blanco (¡!) en un camión de carga cerrado. Los miembros de este cartel familiar (Los «Ferragut”) son liderados por la matriarca (Claudia Di Girólamo). Los cuatro actores protagonistas, Nestor Cantillana, Francisco Reyes, Luis Gnecco y Benjamín Vicuña interpretan sus personajes con oficio y agradecida mesura, porque en TV abierta no puedo evitar imaginarme un acento centrado en ese festival de exageraciones melodramáticas que algunas producciones nocturnas extrañamente disfruta. Los cuatro personajes cumplen las órdenes de su jefa, desconfían de todos en el grupo y se detienen en las ciudades de Iquique y luego en Valparaíso, para intentar lograr su misión. Como generalmente pasa en los buenos argumentos de este tipo (aquí el guión es de Pablo Illanes), aunque todos parecen ser capaces de traicionarse entre sí, siempre hay uno que es el verdadero traidor: el doble, el que se esconde entre ellos y generalmente tiene cara de bueno. Nuestro acceso. Buen casting.

Prófugos, dirigida por Pablo Larraín (Post Mortem), producida por Fábula y exhibida por HBO, tan sólo con una secuencia de persecución en Valparaíso a toda velocidad, entre paisajes aéreos, esquinas, calles y espacios reconocibles para casi todo chileno que haya puesto un pie ahí –y extranjeros también, como quien escribe- demuele ese postulado de lo imposible, con que introducía este post. Con un vehículo –con los protagonistas- bajando escaleras, un parabrisas destruído, entre balazos, sangre, tensión y giros del volante, todo aquel que disfruta de los simples placeres cinéticos, como en una película de Jason Bourne –la mejor y mas notable trilogía de acción en el cine, en las últimas décadas- no puede más que dejarse llevar, subir el volumen y creer, ahora sí, que esto podría estar pasando.

La próxima semana a la misma hora, el segundo capítulo, para los que ya nos enganchamos. Para los que no la vieron, se repite (consulte su cartelera local, como dicen, o mejor dicho, en la revista o web del cable) aunque también esta online aquí.

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