I’m a Loser baby, so why don’t you…
[ por: Andrés Daly ]
Nada peor que enamorarse de una Go-Go Dancer. Bernard Chanticleer (Peter Kastner), atolondrado y eterno hijo de mamá, trabaja ordenando libros (sobre patines) en el depósito de la gran biblioteca administrada por su padre, el omnipresente I.H.Chanticleer (Rip Torn, delgado, alto y apuesto, imposible de identificar con el cuerpo detrás del personaje del viejo jefe de los Hombres de Negro I o II, de Barry Sonnenfeld), hasta que un día, ya casi entrado en sus veintes, le despiertan finalmente las hormonas. Es que Barbara Darling (Elizabeth Hartman), por esos misterios del guión de Coppola basado en la novela de David Benedictus, está parada, muy bella, delante de uno de los mesones de atención de la Biblioteca de Bernard. Esto sólo puede significar algo para el descerebrado patinador: Es amor a primera vista.
Obsesionado con la guapa Bárbara Darling, una especie de actriz experimental que es además totalmente bipolar y neurótica, con un complejo de odio profundo a los hombres que la acosan por su belleza –obviamente por eso no encontró nada mejor que bailar arriba de un cubo en una disco, vaya uno a entenderla- Bernard decide, por fin, romper el cordón umbilical que lo une a su madre e irse a vivir solo. La madre, una señora histérica y posesiva que le manda trozos de su cabello a su único hijo cuando éste está lejos de ella por alguna razón, le consigue un departamento donde la conserje es realmente su espía: la mantendrá informada de las mujeres (¿?) que visiten a su hijo. En el edificio, además de un policía que se pasea en ropa interior en las escaleras, hay una mascota: un gallo aparentemente amaestrado para atacar a la pobre Amy Partlett (Karen Black), la chica que está a su vez enamorada de Bernard, pero que éste ignora.
Mientras el virgen Bernard intenta conquistar –y entender- a la inalcanzable, etérea y shuper de Bárbara Darling, una mujer que finalmente no posee ningún valor ni empatía posible con el espectador, y descubre su impotencia sexual cuando casi logra tener a la bailarina en sus brazos –Debe ser que Edipo es más fuerte– Bernard logra entender la amplia dificultad que tiene para abandonar, realmente, su dependencia maternal y paternal.
Comedia light de Francis Ford Coppola, director en proceso de maduración en este entonces, tal como su personaje Bernard -pero evidentemente no tan descerebrado- que dirige sin mayor pericia una película del montón de esta época, que incluye toda la estética consecuente de su tiempo: mucha música sesentera, bailes estrambóticos, tipografía hippie, una canción con un estribillo ¡con el título de la película! (que suena como tres veces por si fuera poco, yo ya me quería perforar los tímpanos en su última repetición), y una típica historia central del tipo coming of age, como les gusta decir a los gringos.
Proyecto de título que le permitiría a Coppola recibirse de la escuela de cine de UCLA, fue producida por Phil Feldman, que tres años estaría detrás de una gran película: uno de los grandes westerns de todos los tiempos, “La Pandilla Salvaje” (The Wild Bunch, 1969) de Sam Peckinpah.
Nota: Una escena de “Dementia 13” (1963), y que justo comenté al final del texto sobre esa película también dirigida por Francis Ford Coppola, aparece proyectada en una de las discos donde Barbara Darling, con su mirada glacial y profundamente vacua, baila provocando la lujuria masculina que rechaza/acepta/rechaza/acepta/rechaza/etc.
Margery Chanticleer
Remember my promise: If you don’t smoke until you’re 21, I’ll give you a special no-smoking present. Say goodbye to Rover, he’s heartbroken.
Bernard Chanticleer
Goodbye, Dog.
Margery Chanticleer
Don’t eat too much, don’t stay out too late, don’t go to suspicious places to play cards, and stay away from girls. But most of all, Bernard, try to be happy.
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