En el concierto de Lady Raven, una estrella pop adolescente, miles de niñas fanáticas cantan y bailan todas las canciones de su ídola. «El Carnicero”, un peligroso asesino serial que la policía no ha logrado identificar ni menos atrapar, está en el concierto porque lleva una doble vida. No todo es descuartizar a sus pobres víctimas para “El Carnicero” -algo en lo que es muy eficiente y sádico, con doce brutales homicidios ya realizados- porque para su familia, amigos y vecinos él es únicamente Cooper, un cariñoso padre de familia que ha llevado a Riley, su entusiasmada hija de doce años, a este evento junto a tantos otros apoderados. Padre del año.
I’ve never felt this before. I feel…out of control.
Cuando Cooper/El Carnicero, se da cuenta que este evento es también una elaborada trampa de la policía y el FBI para atraparle, hará todo lo posible no ser descubierto y escapar. Conocer la identidad del asesino desde los primeros minutos de la película y tener la inteligencia de proponer en pantalla que un asesino serial puede tener de igual manera afectos profundos en su vida -Cooper ama a su esposa e hijos con total sinceridad e intensidad- inmediatamente coloca a esta película en un espacio donde pocas películas se atreven a navegar. Unas mucho mejores que esta película, por cierto, han hecho esta incómoda observación, como por ejemplo la fantástica Spoorloos (The Vanishing, 1988). El cliché de que un asesino serial vive en una casa donde las ventanas están empapeladas con papel de diario, vive entre cucarachas, en oscuridad y en total aislamiento, como un ser completamente ajeno a la sociedad, es uno que ya no entrega muchas posibilidades en pantalla más que el susto barato y fácil.
La entretenida premisa de Trampa, la nueva película escrita y dirigida por M. Night Shyamalan, como ya nos tiene acostumbrados el creador de Split, Señales y Viejos, es simplemente una gran idea. Shyamalan es un experto escritor de premisas muy vendedoras -el rey del pitch– esto no se puede negar, que lleva décadas enfocado particularmente en sorprender a su audiencia con ideas que basa en géneros previos pero con enfoques completamente propios en sus guiones, con giros inesperados de la trama y finales con efectos sorpresivos.
Esto le ha jugado a su favor y también en su contra en su filmografía, con obras maestras indiscutidas como Sexto Sentido y El Protegido, pero también con películas muy irregulares o definitivamente muy, pero muy malas como La Dama en el agua y The Happening, donde su obsesión por sorprender a costa de su propia narración se convierte en su gran pecado. Cuando falla, la trama se vuelve completamente ridícula y rompe una credibilidad mínima para el espectador. Pero ¿dónde se ubica Trampa? pues ni en un extremo ni en el otro, pero definitivamente en la periferia de lo mejor que ha hecho el director en los últimos años.
This individual that we’re searching for won’t panic. He’s realized he can’t get out. He’s going to try to cause chaos.
A esta película le beneficia su acercamiento a la comedia, donde reímos nerviosamente en algunos momentos mientras sabemos que el director nos ha puesto del lado del asesino. La pregunta es inevitable: ¿es posible que a pesar de lo que sabemos del Carnicero, oscuramente, queremos que se salga con la suya?. Solo Hitchcock se atrevió a tanto con Frenesí.
Trampa es sumamente entretenida cada vez que vemos el rostro preocupado de Coooper, interpretado con restricción y astucia por Josh Hartnett -actor que parece que está en una época Travoltiana de resurección después de un episodio fenomenal de Black Mirror y un buen secundario en Oppenheimer, dándole primeros auxilios a una bastante alicaída carrera- cuando lo vemos tratando de resolver un problema detrás de otro, buscando pasar desapercibido entre la multitud, fingiendo frente a su hija que empieza a sospechar que algo muy raro le está pasando a su padre.
En paralelo, se nos va contando la extensión de la trampa, desde la forma en que las personas que trabajan en el estadio (en la venta de comida rápida, en las puertas, etc.) han sido involucradas por la policía en este plan y, por otro lado, conocemos un poco más del mundo de Lady Raven, interpretada muy bien por Saleka Shyamalan, la hija del director, nepo baby alert y parte de su entourage. Shyamalan maneja la tensión como pocos directores pueden, casi sin un esfuerzo aparente, en cada escena donde el asesino estudia el concierto y su seguridad, mientras va explorando escenarios de escape, mintiendo y planificando su próximo movimiento, con la facilidad de alguien que conoce lo fácil que es manipular al ser humano.
Your daughter’s never gonna forget this day.
Luego de la entretenidísima montaña rusa que Shyamalan ha construído con su protagonista encerrado en su peor pesadilla, este concierto pop con todo el mundillo backstage que este también contiene (aquí el humor vuelve a ser clave) mientras juega a las escondidas de la policía, viene una resolución sorprendente de la historia donde cambiamos de escenario y se suma un nuevo espacio de encierro para Cooper, uno mucho más íntimo que el espectador podría no haber imaginado. Con más finales que «El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey» (¿se acuerdan de esa metralleta de epílogos?), Trampa finaliza explicando en detalle el real alcance de su título con un último plot twist. El director volviendo a sus andanzas.
A pesar de los cuestionamientos que uno le pueda encontrar a ese cierre, como cinéfilo, no puedo no contener una sonrisa de agrado cuando Shyamalan me lleva de viaje a uno de sus elaborados recorridos plagados de sorpresas. Igual que cuando uno lo ve aparecer brevemente en pantalla (a este director siempre le ha gustado jugar a hacer personajes secundarios, otra inspiración Hitchcockiana), Shyamalan es ese amigo bueno para contarte historias fascinantes, para capturar tu atención de inicio a fin. El problema es que algunas de sus historias son más descabelladas que otras, pero ¿se lo perdonamos?.
* La Trampa está actualmente en cines.