Una mujer fantástica, la última película de Sebastián Lelio, es un viaje a través de nuestra propia sociedad. Nada está exagerado ni caricaturizado, y es ahí tal vez donde más nos lastima.
Marina (Daniela Vega), una mujer joven, tiene una relación de amor con Orlando (Francisco Reyes), un hombre cercano a los 60, con toda la vida armada y desarmada que posee una persona de esta edad. Viven juntos, son felices, planean viajes y aman a un perro. Una relación de amor bastante tradicional a ojos de quienes no conocen a Marina y buscan lo heteronormado. Pero todo se complica en su vida cuando Orlando sufre un aneurisma y muere. Muere en la compañía de la mujer menos querida por su familia y su círculo social. Una mujer trans que es vista como un gusto o capricho para perversiones.
Y es aquí cuando todo se vuelve dañino. Marina debe enfrentarse a la hipocresía y la violencia implacable, pero no esa violencia literal de golpes que siempre llevan a un protagonista a desangrarse en el callejón. Si no esa violencia susurrada que rápidamente escala, que comienza con una cordialidad forzosa y termina sin tapujos en lacerantes humillaciones. Pero en su travesía por la humillación logramos enamorarnos de Marina, de su determinación, de su fortaleza, de su dolor de viuda que debe esconder en el bolsillo. Y nos dan ganas de abrazarla y hacerle ver que no es un monstruo y que su amor es tan merecedor y honesto como el amor que sienten aquellos que la critican. Marina nos sumerge en una batalla que debiera ser básica de todo ser humano. Respeto. Respeto a las decisiones de vida, respeto de quienes queremos ser y sentirnos, respeto al dolor, y respeto de todo aquello que consensuadamente nos da alegría.
Sebastián Lelio es cauto en mostrarnos a un personaje que sin intenciones de ser un emblema de lucha logra hacernos reflexionar y discutir, porque el cine como acto político es indispensable en un país como el nuestro. Lelio nos presenta una mujer poderosa y honesta en una sociedad de hipocresías que, si tuviera que ser resumida en una escena este viaje de superación de Marina, sin duda sería el de ella caminando contra el viento.
Una mujer fantástica es una historia de amor de una mujer que debe validarse constantemente en una ciudad que se resquebraja de tanto empapelar las apariencias. Es una proclamación de libertad y un manifiesto de poder. Cine que nos atrapa y al mismo tiempo nos expulsa de ese cómodo sillón del prejuicio.