Series: y por qué soy adicta a ellas

Hace poco, una amiga me dijo que odiaba ver series porque no soportaba la idea de esclavizarse durante semanas o incluso años siguiéndoles la pista a los personajes. Y me quedé pensando: ¿Qué hace que yo si desee voluntariamente acceder a ver cómo transcurren otras historias, en paralelo a que transcurre la mía?.

Y no me refiero a la fascinación de ver historias que tiene su origen mucho antes a la invención del cine, si no a seguir una historia en el tiempo. Ese tiempo me da la oportunidad de enamorarme o desencantarme de manera compleja y profunda en la evolución de un personaje, algo que no me lo da una película, porque justamente no hay tiempo.

¿Cómo sintetizar la transformación de Walter White en 2 horas? ¿Cómo hacer de Heisenberg un héroe y un villano si no es con todo el proceso de sus 5 temporadas?.

Breaking Bad

Si las primeras impresiones son decidoras, tuve mucha suerte de elegir como primer intento de fidelidad televisiva Breaking Bad, que devoré de manera diaria pero pausada durante un par de meses. Luego vi True Detective, la primera temporada -la segunda podrían no verla jamás en sus vidas y no significaría nada- y la vi en UN día, de corrido,  casi con pañales y suero. La fotografía perfecta, la intriga, la banda sonora, los personajes, el trabajo de arte en la introducción, todo en ella me pareció deslumbrante.

True Detective

Pero no todas las series deben ser creadas de manera perfecta para generar adicción. Larry David, en su improvisación e imperfecciones de la cotidianeidad, seduce de una manera increíble en Curb your Enthusiasm, dejándolo para mí, (y eso que comencé ayer de manera frenética) entre mis series favoritas de humor. Ver a Larry David me produce el mismo pudor que me provoca un amigo cuando está a punto de arruinarlo todo. Y aunque está la predisposición de aceptar que todo va estropearse de manera inevitable, no hay forma de saber a qué punto puede llegar. Sólo en esa serie y supongo que tiene que ver con el nivel de realidad y no sobreactuación, que entrega que sea improvisada, he sentido ese nivel de incomodidad, como si estuviera ahí con él presenciándolo todo.

Curb your Enthusiasm

 

The Walking Dead me genera todo lo contrario. Y aunque me gusta y la disfruto de una manera perturbante (porque aún no logro entender dónde está el placer de ver tanta masacre y angustia) quedo con una sensación tensa en el cuerpo. Luego me acuesto, sueño con horribles zombies, despierto prometiéndome que no volveré a verlo y ahí estoy el domingo siguiente. Disfrutando-sufriendo. Esa serie es para mí como el efecto alcohol-caña, que digo que no volveré a hacer pero que no puedo abandonar.

The Walking Dead

También disfruto mucho cuando algún personaje me enamora de manera intensa y es que mis amores son completamente transversales. Superan géneros o edades. Como Stranger Things, Sherlock, Mr. Robot, Bates Motel. O amores de verano que abandoné en el camino y no sé por qué: Orange is the new black y Skins (un amor completamente adolescente). Y por último amores decepcionantes: Humans y Sense 8, romances que iban bien pero se metieron duro a la drogas y perdieron el sentido.

Mr. Robot
Skins
Bates Motel
Sherlock
Stranger Things

 

Sense8

Por otra parte, Game of Thrones, Westworld, Black Mirror, House of Cards y un montón más que en estos momentos no logro recordar, han generado en mí una atracción fascinante porque me demuestran que se puede agrupar un sinfín de talentos y habilidades en una sola historia o diversificar nuestros intereses en múltiples historias. Te permite viajar, asombrarte, reír, amar e incluso decepcionarte en el tiempo, desde una comodidad bastante asequible.

House of Cards
Black Mirror
Westworld

Alberto Fuguet dice en su libro «Apuntes Autistas»:

El verdadero arte, aquel que te salva y te aleja y te lleva de vuelta a ti mismo, es justamente ese que te hizo viajar. Que te paseó por otro mundo.