Exhuma: Terror sepulcral

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Una familia coreana de mucho dinero busca la ayuda de un par de chamanes y hermanos muy jóvenes, un hombre y una mujer, que son tan experimentados como misteriosos, para comprender y sanar la causa de la enfermedad del bebé hospitalizado de la familia. Este no es el primer descendiente de la familia que ha enfermado y temen que fallezca como ha ocurrido previamente. Pero este ¿maleficio? no solo afecta a los más pequeños de la familia, sino que también a los padres: hay una presencia, una voz siniestra y fantasmal que no se les va de la cabeza. Todo parece indicar que se trata del bisabuelo, enterrado hace décadas en un extraño terreno sombrío que está plagado de zorros. Si el bisabuelo no quiere descansar en paz, tal como se suele decir de los muertos, entonces una exhumación de su tumba es lo que la familia necesita. Esto requiere el estudio y encuentro de una nueva ubicación que calme su mal espíritu. A los chamanes se les unen dos hombres: un viejo, sabio y cauteloso geomante, es decir, un experto místico del territorio y también un profesional funerario que aparentemente enterraría a su madre viva si el dinero fuese suficiente.

Como occidental, una película como Exhuma: La tumba del diablo (Jang Jae-hyun, 2024) es una experiencia especial porque escribo estando inmerso en una cultura que es completamente distinta, con tradiciones, ritos e historias completamente diferentes; por ejemplo, en esta película las invasiones de Japón a Corea durante el siglo XVI son un dato importante que el espectador debe tener en cuenta durante el desarrollo de la trama, pues informa de lo que está ocurriendo realmente por debajo de la historia. Sin embargo, es nuestra relación occidental con la muerte -o mi relación con ella si es que el lector no coincide conmigo- lo que más puede producir interés, en el contraste con el cómo los personajes de Exhuma se vinculan a ella. 

En este hemisferio, como ocurre con muchas personas desde la generación X en adelante, la muerte es percibida generalmente de forma mucho más pragmática que en décadas pasadas, de forma menos religiosa y/o menos espiritual que en otras culturas. Por estos lados, solemos verla como un cierre de capítulo, un final de temporada (de serie mejor dicho) y término dónde el fin natural del cuerpo que sostiene esta persona, finaliza también a la misma. Fin del vehículo como un equivalente al fin del ser. Nuestra relación con el fallecido queda únicamente en nuestra memoria y en la de quienes lo conocimos, en nuestro corazón, sin mayor relevancia al terreno donde sus restos puedan permanecer.

Por esto Exhuma, durante su primera mitad, genera suspenso a través de una intriga que no parece terminar nunca y que nos va develando reglas de cómo vincularse respetuosamente con las almas que descansan -o con las que no quieren descansar- y que están bajo tierra, pero que no por esto han finalizado de manifestarse. Como un astronauta, somos transportados a un mundo completamente ajeno, lleno de ritos y reglas que probablemente jamás has oído: ¿Por qué es tan importante la composición de la tierra donde se entierra a un ser querido (incluso su sabor)?, ¿Qué relevancia tiene su ubicación y el lugar hacia donde mira la tumba?, ¿Qué significado tienen unas barras de metal que los japoneses enterraban en tierras coreanas, tienen acaso que ver con una disrupción maligna del Feng Shui para sus seres queridos?, ¿Qué procedimiento debe realizarse para sacar una tumba de alguien condenado en tierra maldita, encausar su espíritu maligno -sin que este se te escape- y moverlo en una ceremonia especial a otro espacio de descanso?. Tantas preguntas en tu mente, como decía la canción de un comercial.

Para responder y guiarnos, este grupo de profesionales (que al comienzo, escépticamente uno supone que son unos embaucadores), comienzan a demostrar que realmente saben de lo que hablan, aunque no tengan la ejecución más prolija, digamos. Quizás solo ellos ¿acaso los cazafantasmas sepulcrales de Corea? serán capaces de reparar los daños de este espíritu que busca venganza. ¿Venganza por qué?. Otra pregunta para la canción.

Salimos de la hipnosis que produce la cinematográfica ceremonia de traslado -la mejor secuencia de la película- y empezamos a temer que algo va a salir mal. Muy, pero muy mal. La segunda mitad de Exhuma es una suma de errores del equipo y sorpresas que el guión tiene enterrados para convertir a la película en algo inesperado y que más de un alcance con la historia del país va a tener. Con altibajos -porque creo que la película está demasiado enamorada de sus personajes como para tomar decisiones más radicales sobre sus destinos- Exhuma traslada el infierno a la tierra, cuando se abre aquello que nunca debió ser abierto.

Exhuma: la tumba del diablo es una película atmosférica e intrigante, que juega con nuestro desconocimiento de ritos populares y el miedo primigenio a la maldad como algo intangible pero durmiente, que espera pacientemente su oportunidad para invadir nuestro mundo.

 

PD. Me recordó mucho a la sensación que produce “Cuando acecha la maldad«, otra película que reseñé en el sitio, donde la cultura popular es también la columna vertebral del terror. 

Exhuma: la tumba del diablo (2024)
3.5