Cuando acecha la maldad

Terror rural

Hay ciertas convenciones en el cine de terror de cosas que no suelen pasar. Por las razones que sean, hay situaciones que uno puede predecir que van a ocurrir, casi con seguridad, y otras que definitivamente no. «Cuando acecha la maldad» (2023, escrita y dirigida por Demián Rugna), la cinta de terror más vista de la historia del cine argentino, aunque se ubica en el conocido espacio de la posesión diabólica, rompe con varios de estos elementos establecidos y me sacó, por lo menos, tres momentos en que inconscientemente me tapé la boca con sorpresa y horror.

Pedro y Ruiz, su vecino.
La madre mira a su nieto.
Jaime cree haber visto algo.

Los solitarios hermanos Pedro (Ezequiel Rodríguez) y Jaime (Demián Salomón) viven juntos y trabajan su tierra en un lugar remoto de Argentina. Descubren un cadáver mutilado en un campo cercano -junto a un misterioso y antiguo instrumento metálico- y conectan el destino del hombre asesinado a la casa de una vecina, el lugar a donde el extraño intentaba llegar. En su interior, postrado en una cama, mórbidamente obeso y purulento, el hijo de su vecina esta «enbichado», es decir, el diablo está dentro suyo y espera la oportunidad ideal para salir. Los hermanos, especialmente Pedro, actuarán instintivamente para salvarse y rescatar a sus seres queridos. En el pueblo cercano viven la madre de ambos y la ex pareja de Pedro con sus tres hijos, dos de los cuales son de nuestro protagonista. Es que según cuenta la leyenda popular del «enbichado», esta amenaza diabólica esparcirá su maldad rápidamente y sin tregua entre la personas apenas es libere, si es que no se siguen cabalmente un cierto número de reglas para contenerla. Cada paso de los hermanos en detener este mal parece producir exactamente lo contrario.

¿No has escuchado la canción del enbichado?

Hoy no se duerme.

Es fascinante poder disfrutar de una película de terror inteligente, que parte primero estableciendo un mundo propio -tan, pero tan parecido al nuestro- donde este mito del «enbichado» y las reglas que lo rodean existen y son ampliamente conocidas por los personajes en su contexto rural. Es como si algo que realmente existiera ha sido olvidado por las personas que se fueron del campo a la ciudad. Hoy creen que son solo historias.

Los animales, como en todas las buenas películas demoníacas, son seres de fácil disposición a la posesión: tal como en «The Witch», «La Profecía» y tantas leyendas antiguas que la historia nos ha entregado.

El enbichado es un invento tan bien elaborado por su director y guionista, que llegué a preguntarme en algún momento si este era, como el chupacabras, los cueros, la Llorona o la Difunta Correa, una historia propia de la cultura popular latinoamericana que nunca había escuchado hasta ahora. Estoy seguro que no soy el único. Este es el cuidado de su creador por asentar su película en las raíces de nuestra cultura: las historias de brujerías, diablos y espíritus que llenan los espacios más alejados de nuestras ciudades, en territorios no solo de Argentina, sino de Latinoamérica entera. Esto se une a la perfección con los «mandamientos» que las películas de terror suelen presentar a sus protagonistas (y a los espectadores que vamos tomando nota) de cómo vencer al mal. El Exorcista, El Aro, Pesadilla en Elm Street: el exorcismo debe ser realizado de tal forma, debes pasar la cinta de VHS a otra persona antes de cierto número de días…, no te duermas esta noche. Sobre esta última, Rugna hace una referencia muy bonita en una secuencia en un automóvil en que la abuela le canta a su nieto la canción del enbichado y las siete reglas para vencerlo.

Por otro lado, está también el acierto de tener un héroe que no puede ser más opuesto el protagonista casi perfecto de Hollywood. Pedro es un hombre muy triste, muy alejado de sus hijos, lleno de errores graves en su pasado, despreciado por otros hombres en el lugar donde vive (excepto por el amor de su hermano), que tiene un pasado trágico a cuestas que podemos intuir por los pedazos que vemos. Es la peor persona posible para realizar el procedimiento, tan cauteloso y astuto, necesario para ganarle al demonio. El miedo, las emociones a flor de piel, la ira y la impulsividad son solo tierra fértil para la victoria del lado más oscuro del ser humano y de los demonios, siempre atentos, que saben muy bien como mover los hilos, tentar y provocar a cada uno de los protagonistas de esta terrible historia.

Espantosa, brutal, caótica, inolvidable. Un lujo.

 

 

 

 

 

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