Bliss: El dinero sí hace la felicidad… ¿o no?

“La esperanza es lo último que se pierde”, dice otro viejo dicho. Luego del buen primer acto de Bliss, escrita y dirigida por Mike Cahill (Another Earth, 2010) poco a poco vi como esta se esfumaba. Es que la idea era prometedora: Greg (Owen Wilson) un oficinista recientemente separado, profundamente deprimido y que no puede dejar de dibujar escenas de una vida de sueño que no tiene, es convencido por Isabel (Salma Hayek), una mujer que vive bajo un puente, que la vida plena que él dibuja obsesivamente es realmente la vida que tiene fuera de la simulación en que se encuentra. Así es, su triste vida es completamente falsa y casi la totalidad de las personas que la rodean son solo personajes generados por un computador; las personas reales dentro de la simulación son muy escasas. La hija de Greg, su único vínculo afectivo en este mundo (porque a su hijo lo ignora, algo que nunca entendemos) es también una persona “falsa” le dice esta mujer que además, le convence que debe tomar unas pastillas (con apariencia de pequeñas gemas) para desbloquear poderes para controlar la simulación. Isabel le dice que esta simulación terrible fue creada para que uno aprecie más la vida feliz que ocurre en la realidad del futuro: uno donde nadie tiene preocupaciones materiales. Pero, ¿es Isabel alguien en quien realmente debería confiar? Y si realmente existe esa otra realidad “feliz”, ¿por qué esta atrapado en esta oscuridad de la cual no quiere salir?

Hasta aquí, íbamos bien. Bliss es una película que potencialmente podría haber tocado mas profundamente el tema de la felicidad y nuestra percepción de ella, el éxito profesional y la materialidad, los afectos que sembramos en nuestro mundo y un estado alterado donde se podría haber jugado más con el vehículo del narrador no confiable (¿Isabel esta loca? ¿El abuso de pastillas de Greg ha transformado su realidad?) pero poco de eso recibiremos. 

 

PD: WTF con el cameo Slavoj Zizek. 

BLISS (2021)
1.5