Big Bug es una comedia de ciencia ficción, producida por Netflix, que le viene perfecto al humor disparatado de Jean-Pierre Jeunet (Amelie), a su imaginario de fábula, a sus paletas de colores intensas y memorables, su gusto por la arquitectura y la construcción de mundo. La película transcurre durante pocos días en un futuro donde los humanos viven rodeados de robots e inteligencia artificial que los liberan hasta de las tareas más insignificantes, como por ejemplo, buscar donde dejaste tus lentes, aunque estos puedan estar a dos pasos de ti. Durante una tarde en la perfecta casa de Alice (Elsa Zylberstein) -una pomposa y burguesa escritora aficionada a las antiguedades- ubicada en un barrio sacado directamente de las fantasías de Jaques Tati en Mon Oncle o Playtime, muy lejos de la selva de rascacielos futuristas que vemos en el horizonte; varios personajes quedarán encerrados cuando la inteligencia artificial de la casa y sus robots domésticos consideren, sin darles explicaciones, que es más seguro para los humanos permanecer atrapados. Así, les niegan la apertura de las puertas y los humanos tendrán que convivir/atraerse/odiarse varios días. Por la TV de la casa (una pantalla proyectada que se manifiesta súbitamente en el aire a pedido) los personajes pueden compartir recuerdos, ideas, videos publicitarios, entre otros; sin embargo, poco a poco la programación que impone la inteligencia artificial exterior al hogar muestra a humanos ridiculizados en programas de concursos muy burdos dominados por los Yonix, unos robots avanzados -que tienen la apariencia de un trastornado y moderno Robocop- que prometían hacerse cargo de la humanidad… esperen ¿o era cargarse a la humanidad?.
La colección de humanos encerrados es tan variopinta como la de los robots, que los componen desde una androide-mucama, un robot funcional tipo Wall-E, otro que parece sacado de una caricatura y una cabeza mecánica sobre un cuerpo arácnido llamada Einstein.
¿Dónde estaba Jean Pierre Jeunet estos últimos veinte años? Desde la injustamente desdeñada Amelie (2001) -de la que nunca entendí por qué mucha gente la odiaba en su momento- y dos de sus impresionantes obras anteriores, Delicatessen (1991) y la hermosamente freak La ciudad de los niños perdidos (1995) que no le veía nada nuevo a este director. No es que este no haya hecho nada, la pregunta en realidad debería ser ¿Por qué le perdí la pista a Jeunet, un director que me gustaba tanto? Pues me tendré que poner al día con el par de cortometrajes y las cuatro películas que hay entre Amelie y este nuevo estreno: Casanova (2015, hecha para la TV), The Young and Prodigious T.S. Spivet (2013, una película para niños), Micmacs (2009, que por el afiche parece la más prometedora) y A Very Long Engagement (2004, donde repite a Audrey Tautou, justo después de Amelie). Ah, se me olvidaba, vamos a pretender que Alien: Resurrección (1997) fue solo una extraña pesadilla.
Sin estar a la altura de sus obras pasadas (al menos las que yo he visto), igual son más los aciertos que los fallos en esta producción. Algunas secuencias se extienden innecesariamente, reiterando algunos chistes que ya hemos visto; se siente como el guión se estira sin otorgarnos nada nuevo. Big Bug le permite a Jeunet volver a mostrarnos esa imaginación tan particular que tiene, es que ha vuelto el cuenta cuentos a darnos una historia de pasiones y farsas tanto robóticas como humanas.