El actor Alec Baldwin (que vi últimamente en la tropical «Aloha» y la entretenidísima «Mision Impossible: Rogue Nation») y el director James Toback (Harvard, The Pick-Up Artist) viajan al Festival de Cannes para mostrar a los espectadores (junto a los atentos cinéfilos y/o cineastas) los dos mundos que conviven detrás de este renombrado festival: a) La sobredosis pura de buen cine (y del malo también), alfombras rojas, visionados intensivos, críticos y espectadores en llamas, fiestas suntuosas, la avalancha de publicidad invadiendo la costa, actores revoloteando a diestra y siniestra dando entrevistas; y b) Los empresarios, grandes tiburones, medianos y genuinamente esperanzados pequeños productores, periodistas y gente de la industria realizando contactos y acuerdos, representantes de ciudades vendiendo locaciones y repartiendo folletos, millonarios (filántropos y mercenarios) en yates de dudosa procedencia, y personajes-excéntricos-inversionistas-varios. Estacionados en el Festival/Mercado con diferentes intenciones y creencias, Seduced and Abandoned nos muestra a los que persiguen el cine por el cine y a los que solo buscan algo al final del camino: ganar un premio ganar dinero.
Para hacer el ejercicio más completo, ambos deciden mostrar como es «el interminable proceso de conseguir el dinero para tu próxima película» (para ello comienzan el documental con una gran cita -porcentual- de Orson Welles) llevando ellos, también, una película bajo el brazo para la cual necesitan unos 15 a 20 millones de dólares, aproximadamente, para poder producirla «tranquilos». La película la describen a quienes los reciben como un nuevo Último Tango en París, pero en Tikrit. Osada y muy sexual, centrada en una relación tormentosa entre un hombre y una mujer. Y una cama por intermediario. Esta sería protagonizada por el mismo Baldwin y la actriz Neve Campbell (When will I be loved, dirigida por Toback), que es ninguneada repetidamente por los productores que los reciben con frases como «she’s fantastic but… she’s not a movie star». Baldwin tampoco se las lleva peladas: «No, you are TV screen star (30 Rock), not a film one» o «The submarine film (The hunt for the red october) was a lot of time ago!«. Tan bien como uno podría haber creído -ingenuamente- que les iría, pues no les va.
Pero si logran o no financiar su película, al final, no es en lo absoluto el objetivo de este documental dirigido por el mismo Toback y exhibido por HBO. Su centro está en la forma en que esta extraña dualidad (arte/negocio) es percibida por quienes trabajan hoy y han dedicado, algunos por varias décadas, su vida al cine. Así, el entretenido dúo de amigos Baldwin/Toback (que tienen una química envidiable), en su rol de entrevistadores/buscadores de fortuna, conversan con algunos jóvenes actores en subida en el mainstream como Ryan Gosling, Diane Kruger, Jessica Chastain y también con los que ya van de salida, como el veterano James Caan; además de recoger la opinión invaluable de consagrados directores como Roman Polanski, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola y Bernardo Bertolucci. Este último tiene un rol especial, pues el dúo protagónico está a cargo de la presentación de un visionado especial de su «Ultimo Tango en París» -que admiran tremendamente- y que entrega en la película momentos notables que ya conversaremos en El Mundo sin Brando. Algún día.
Los protagonistas se sientan con productores (reconocidos y otros invisibles para un simple mortal), posibles inversionistas y millonarios, directores del Festival y de revistas de moda, junto a un sin número de personajes que le dan al documental una riqueza invaluable, en estos tópicos y otros que no parecían tan evidentes al inicio. Es que en esta dualidad constante, de crear cine y de vivir ganando dinero (quizás hasta mucho) de él, los amigos se preguntan por la inmortalidad que le otorga el gran cine a las leyendas que admiran. Esas ansias constantes por vivir más allá del tiempo en la pantalla y en las mentes de generaciones, es una pregunta que se hacen cuando Baldwin y Toback miran atrás a su propia obra, convencidos que no han podido crear ESA obra aún. Conversan de los creadores que no fueron tras la fortuna, sino que con la genuina intención de tener algo que decir, quizás, lo que más importa. Algo original, es de esperar. Brando y Bertolucci, con su Último Tango en París, lo consiguieron (de sobra).
¿Estás preparado para morir? le preguntan sin piedad a sus entrevistados, cuando cierran las notas. Las respuestas -ante una pregunta tan radical, tan tabú en esta sociedad (a menos que venga del telefonista zombie de una aseguradora de vida)- son sorprendentes, sinceras y algunas hasta divertidas. Algunos quedan impactados y se escabullen como pueden.
La pregunta va también para el que mira el documental y por extensión a los que leen estas líneas. ¿Estás preparado para morir?.