To create what it does, Hollywood has to draw young people, often of unstable temperment, from all over the world. It plunges them into exacting work -surrounds them with a sensuous life- and cuts them off from the normal sources of living. ― Max Lerner, America As A Civilization
Hace poco, investigando para una clase sobre la historia y los alcances urbanos e iconográficos del letrero de Hollywood -el famoso cartel que tuvo en sus orígenes cuatro letras más que las nueve que hoy exclama- fue que me encontré con algunas estupendas fotografías e ilustraciones, algunas de las cuales acompañan estas pocas líneas.
Construido sobre el Monte Lee en 1923, el letrero original en el que se leía «Hollywoodland» era, entonces, una precaria estructura de madera, recubierta en metal, con una iluminación nocturna posible gracias a cientos de ampolletas en su superficie, que programadas hacían aparecer en secuencia «Holly» – «wood» – «land». Un año y medio después de cumplir su objetivo publicitario, que era el de anunciar la venta de terrenos y viviendas del proyecto inmobiliario Hollywoodland, un conjunto anunciado como idílico escape de la agitada ciudad, es que comienza la historia de su longevidad y cambio de status.
El letrero, que estuvo pensado para soportar sólo esos 18 meses, es donado a la ciudad junto con los terrenos donde se yergue. Sin manutención de la inmobiliaria y ya sin «Land» en él, queda sostenido precariamente en pie hasta 1949, año en que debe ser refaccionado por su evidente deterioro. Esta historia de abandono se repite décadas después, cuando en 1977 -año en que estaba literalmente cayéndose a pedazos- se realiza un proyecto de salvataje y reconstrucción de las letras, siendo estas financiadas por personajes como Hugh Hefer o Alice Cooper. Otros treinta años pasarán para volver a ser refaccionado en el año 2012. Así, el letrero original de Hollywoodland no solo no fue demolido una vez cumplido su objetivo inicial, sino que pasó a convertirse, lentamente, en un icono del barrio, de la ciudad (aunque si ningún interés en financiar su manutención por décadas) y de toda una industria cinematográfica, reconocible en el mundo entero.
Este pasado semi rural de Hollywoodland, en un terreno por entonces aún vírgen, lo convierten también en objeto de ilustraciones que describen estos terrenos de bosques, caminos de tierra, lagunas, faunas silvestres y paseos ecuestres, como en las siguientes dos ilustraciones, provenientes de folletos subidos por el sitio, dedicado a la historia del letrero de Hollywood.
Peg Entwistle: La actriz que saltó desde la H
Una de las historias macabras asociadas a este icono, y que representan tan bien aquello que Max Lerner apunta en «América como Civilización», la cita con la que abrí esta entrada y describe el proceso de atracción y expulsión de Hollywood para los jóvenes incautos -cuantas historias de jóvenes actores caídos en desgracia hemos visto y escuchado en estas décadas faranduleras- es la del suicidio de una joven actriz cesante de sólo 24 años. Peg Entwistle, luego de múltiples rechazos y una transición triste de Broadway a Hollywood, no encontró nada más apropiado que escalar los casi veinte metros de la letra H del letrero de Hollywood y saltar cerro abajo, quitándose la vida.
Wistle sólo alcanzo a participar en Thirteen Women (1932), en un rol secundario (que no alcanzaría a ver en pantalla), una película producida por David O. Selznick en la RKO y dirigida por George Archainbault, protagonizada por Myrna Loy, sobre una historia basada en la novela de Tiffany Thayer.
Bette Davis vividly recalled seeing her act in “The Wild Duck” in Boston in 1926. Davis said, “Before that performance, I wanted to be an actress. When it ended, I had to be an actress, exactly like Peg Entwistle.
Destrucción en el Cine
Por razones autoreferentes que Hollywood disfruta, más de alguna película ha decidido mostrar la destrucción de su icono en diferentes largometrajes apocalípticos o futuristas. Es Hollywood destruyendo a Hollywood.