Un largometraje que muestra como el arte puede transformar hasta la realidad más adversa.
[ por: Camila Alcaíno ]
Película italiana (Cesare deve moriré, 2012) dirigida por Paolo Taviani y Vittorio Taviani, que narra la puesta en escena de un clásico de la literatura, “Julio Cesar” de William Shakespeare. La realización de la tragedia shakespeariana es interpretada por actores atípicos, los reos de la cárcel Rebibbia de Roma. Mediante los ensayos y la participación en la pieza teatral estos peculiares actores ven resignificada la realidad a través del arte.
Una obra teatral se está ejecutando, las luces y sombras destacan el color de los trajes de los actores, la obra termina, el público aplaude y los intérpretes agradecen. El color desaparece y quienes estaban escenificando una historia shakespeariana se dirigen a sus aposentos, o mejor a sus celdas.
El desarrollo de la obra muestra un guión que paso a paso le entrega al espectador la información necesaria para comprender el argumento de la obra, uno que cuando el espectador pensaba que sabía todo, sorprende. Detrás de cada uno de los personajes y de la actividad recreativa que desarrollan se encuentra el enamoramiento por el arte, una actividad, hasta ese momento, desconocida para los reos.
Recreando la conspiración en contra del dictador romano Julio César se presentan los conflictos de cada personaje de la obra de Shakespeare y al mismo tiempo, el de cada reo, quienes lentamente se apropian de sus papeles y junto con ello de la cultura y el arte que conlleva la actividad del teatro, que aunque comienza como una simple distracción termina significando mucho más.
La fotografía en blanco y negro de la película de ficción basada en hechos reales, ayuda a interpretar las sensaciones y sentimientos de los reos, que a través de los ensayos y avance en el perfeccionamiento de la pieza teatral van transformando su visión de mundo. El blanco y negro se apropia del largometraje la mayor parte del tiempo, sin embargo el color llega para exponer la realidad, esa en donde los actores no son más que reos, que una vez que terminen la interpretación volverán a esa “gris” realidad. “Cuando conocí el arte esta celda se convirtió en una prisión”, dice el intérprete de Casio.
La película fue ganadora del Oso de Oro y el premio del jurado en el Festival de Berlín 2012. Los realizadores del largometraje cuentan con más de quince obras y bien se deja notar en la sutileza del lenguaje de “César debe morir”.