[ por: Luis Felipe Zúñiga ]
Imposible no ponerse chauvinista ante el éxito de un compatriota en tierras extranjeras. Daniel Espinosa, director de cine nacido en Chile pero criado en Suecia, lidera hace un par de semanas la taquilla de cine hollywoodense con su primera incursión en las pantallas estadounidenses, Safe House (Protegiendo al enemigo), una cinta de acción adrenalínica protagonizada por dos estrellas de la industria Ryan Reynolds y Denzel Washington. Este último encarna a Tobin Frost, un retirado agente de la CIA y prófugo de la justicia, que se entrega a las dependencias que la institución tiene en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde el novato agente Weston (Reynolds) deberá protegerlo a como dé lugar, lidiando así con una nebulosa red de corrupción gubernamental que lo irá absorbiendo progresivamente.
Bordeando los 100 millones de dólares en recaudación doméstica (fuera de Estados Unidos acumula además $US 35M) la película tiene la fórmula perfecta para conquistar al espectador promedio, ese que se engrupe en busca de cine de calidad luego de la coyuntura oscaril pero que se rehusa a pisar el terreno incierto de la oferta festivalera clase A.
Hay trepidantes escenas de acción sumamente parecidas a las construidas para la trilogía de Bourne; un elenco de primer nivel liderado por una dupla efectiva secundada por valuartes como Brendan Glesson y Sam Shepard, todo rematado con una trama quizá replicada por enésima ocasión pero contada con una agilidad digna de Contacto en Francia, thriller de acción setentero citado constamente por el realizador chileno. Historia y estilo que el autor estaría planeando emular en una cinta sobre el golpe de Estado de 1973. Sí, Espinosa, al igual que el grueso de los artistas criollos consagrados más allá de la frontera, es hijo del exilio. Y sí, puede que hoy trabaje con los que otrora fueron sus rivales políticos – el poder, los yanquis, las instituciones – pero nunca se sabe, el enemigo no estará siempre protegido.
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