Pseudo-Disney Interruptus
[ por: Andrés Daly ]
Las ruinas siempre me han producido un poco de extraña nostalgia, de esa lástima por la huella de lo que fué. En algunos casos, debo reconocerlo, también un poco de morbosa fascinación. Es que algunos cadáveres arquitectónicos permiten transferir, como un triste y último regalo para quien se coloca cerca de sus muros derruídos, la gloria de tiempos pasados. O eso me gusta imaginar. Pero eso sólo se siente estando ahí: se huele, se siente, por más que la fotografía intente replicarlo. Algunas ruinas, las desprotegidas, las que están inmersas en el cotidiano y envueltas en un mercado inmobiliario voraz o que no tienen mayores dotes arquitectónicas o arquelógicas irrefutables, por lo general, se diluyen. Tragada y quizás registrada por la historia -en el mejor de los casos, algún medio la habrá capturado- la ruina también puede quedar relegada a la frágil memoria colectiva o permanecer en el completo olvido.
Pero en este caso no hay ruina. Tampoco hay arquitectura. Wonderland es una construcción inacabada, sin feliz término por errores económicos y legislativos. Wonderland es una absurda interrupción del paisaje, una anécdota en un campo de maíz. ¿Cómo es que se realizó tan costoso e inútil esfuerzo?. Localizada 12 kilómetros al noreste de Beijing, en el poblado de Chenzhuang, China, Wonderland es un parque de atracciones que plagiaba con descaro el famoso parque creado por Walt Disney en 1955 en Anaheim, California: Disneyland o Disneylandia. Por desacuerdos entre el gobierno local, los campesinos y quienes pretendían construir el «parque de atracciones más grande de Asia», el plagio de una imitación, Wonderland, fue abandonado en 1998. Diez años después, en el 2008, se intentó nuevamente continuar el parque, sin ningún éxito. ¿Será ese el último clavo en el ataúd?.
Lo que queda de Wonderland, el único parque de atracciones abierto los 365 días del año al público y a costo cero para el merodeador que se baje en la autopista cercana, es una desaliñada tierra de escenográficos e infantiles muros de ciudad medieval con torreones, que con sus ladrillos aluden, de forma tangencial, a la cultura donde se insertan. Gigantescos galpones metálicos se corroen mientras se pierden en lo que parece una neblina constante, y como no, el parque no está completo sin el castillo francés de cuentos Disney: una gigantesca torre de hormigón a la vista que se empina estúpidamente en un maizal.
Gracias al blog Escena Gráfica de Irene Caballero di con este espectáculo absurdo en uno de sus posts, aunque hay que anotar que la autora confunde a los dueños del parque con los de la casa del ratón Mickey, pero que como escribía más arriba, este parque se trata, repito, sólo de una burda imitación. También en su sitio está presente el notable video de la fotógrafa Catherine Hyland sobre Wonderland y que inserto aquí abajo. Imperdible.
Para complementar el tour, no te pierdas las notables fotografías de David Gray (Reuters), publicadas en The Atlantic, y que pueder ver más abajo. Recuerda que con un click, puedes agrandarlas y ver en galería.
Que disfrutes la visita.
El terreno y las construcciones del parque, por Google Maps:
Wonderland, por Catherine Hyland:
Fotografías de David Gray (Reuters), publicadas en The Atlantic:
GALERIA