[ por: Luis Felipe Zúñiga ]
Nicolas Cage, como su apellido lo amerita, encierra un talento innato: persigue la justicia hasta que la encuentra. Lástima que tengamos que ser testigos de esta búsqueda, que acumula desde convictos de alto riesgo hasta profesores ramplones como el que encarna en esta cinta de Roger Donaldson, próxima a estrenarse en EEUU pero disponible desde hace unos días en circuitos clandestinos. El resultado es un producto chato por donde se lo mire, sobre todo en el personaje de Cage, un «sólo contra el mundo» que apesta, un justiciero que desde hace años ladea la balanza hacia su bolsillo a costa de un grupo de espectadores que lo vieron crecer cuando brillaba por su desequilibrio.
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