The world is yours
[ por: Andrés Daly ]
El señor Cody Jarrett (James Cagney) es un simpático mafioso. En una secuencia, escapa de la cárcel llevándose consigo a Roy Parker, uno de los reos que intentó traicionarlo dentro de ésta. Se toma la molestia -considerable- sólo para encerrarlo en la maletera del auto de la fuga y al día después, realizar este hermoso diálogo con el arrepentido traidor:
Cody Jarrett
[while eating a chicken leg, Jarrett speaks to Parker in the trunk of the sedan] How ya doin’, Parker?
Roy Parker
It’s stuffy in here, I need some air.
Cody Jarrett
Oh, stuffy, huh? I’ll give ya a litte air.
[pulls a gun from his pants and shoots four times into the trunk]
Bellísimo. ¡Ah! pero eso no es nada. Jarrett es uno de los mafiosos psicóticos más interesantes que he visto hasta el momento, en esta dispersa maratón film noir de constantes sorpresas y que retomo por fin durante toda esta semana y la próxima, pues me estuvo reteniendo, entre otras cosas, el largo orden y corrección de imágenes para mi personal portafolio fotográfico. Sí, aprovecho de hacer el totalmente aleatorio plug para quien le guste la fotografía.
El Jarrett de Cagney, como el Montana de Pacino, tiene esa actitud desafiante y totalmente indiferente ante la muerte que lo convierte en un peligro constante tanto para los policías como especialmente para sus cómplices y su propia esposa. Sembrando el miedo con esa característica impulsividad que convierte al jefe mafioso en un hombre indestructible, nada parece frenar a un semi Dios. Como el mismo Montana, es brillante que este mafioso tenga también una relación distorsionada con un miembro de su familia, si bien no es su hermana –en esa incestuosa sugerencia de la película Brian de Palma- es el apego enfermizo y totalmente edípico a su madre. No por nada, la frase que resume y cierra la carrera criminal de Jarret en la película, en una de sus mejores escenas, está entre las grandes citas del cine.
Cody Jarrett
Made it, Ma! Top of the world!
Dolores de cabeza demoledores persiguen constantemente a Cody, el ladrón de trenes, el ladrón de bancos, el niño de mamá, mientras la sugerencia que éste va a caer en la demencia –dado el antecedente familiar de su padre, su hermano y su propia psicopatía- asustan a quienes trabajan para él y a la femme fatale de turno, su golpeada esposa, que lo engaña con uno de sus cómplices/aspirante a reemplazante y que desea la muerte de Cody más que nada en el mundo. Cody, que se entrega a la justicia para pagar una baja condena de un crimen que realmente no cometió, para escapar de una serie de homicidios que sí realizó –nadie puede estar en dos lugares al mismo tiempo, razona correctamente- aprovecha este precario equilibrio entre cordura y demencia que todos observan en él, para fingir su locura cuando se entera de la muerte de su madre, asesinada por la espalda. Aquí es cuando realiza, en acuerdo con otro preso que le entrega “a escondidas” un arma, en el que debe ser uno de los escapes más estúpidos de la historia del cine.
Bueno, un ridículo bache para la que es una muy entretenida historia, en un guión que mezcla algunas ideas tan torpres como esta –el mensaje en el espejo debe ser una de las peores decisiones tomadas por un policía- con otras realmente ingeniosas relacionadas a Hank, el policía encubierto en prisión que engaña a Cody y logra convertirse en su mano derecha. Hank está siempre a punto de ser descubierto por el violento Cody o por otros de sus subalternos, en escenas de notable suspenso en que tiene que ingeniárselas para mentir, fingir y cubrir vacíos, notablemente.
Al rojo vivo (White Heat) es dirigida por Raoul Walsh, el mismo director de El Ultimo Refugio (High Sierra, 1941) y Aventuras en Birmania! (Objective, Burma!, 1945).
Verna Jarrett
I’d look good in a mink coat, honey.
Cody Jarrett
You’d look good in a shower curtain.
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