Apuntes sobre una charla inacabada
[ por: Adriana Hurtado Tarazona ]
Nota del editor:
- El veinte de mayo de este año tuve el placer de estar invitado, de forma virtual-cyber-telefónica, a un programa de Radio de la Maestría en Gestión Urbana de la Universidad Piloto de Colombia (en Bogotá), llamado «Ciudad Contacto», para conversar junto otros dos invitados presentes físicamente en sus estudios, sobre «Las Ciudades en el Cine».
- El texto a continuación fue escrito por la propia conductora del programa, profesora también de la mencionada Maestría, Adriana Hurtado Tarazona. Fue publicado originalmente en su Tumblr, poco después de realizado el programa. Las fotografías fueron agregadas por 35milimetros.
- Mis agradecimientos van a Adriana por la excelente invitación y la gentileza de dejarme reproducir sus apuntes aquí, a los invitados al programa Alejandro Martín y Adrián Ríos por la entretenida conversación, y especialmente al arquitecto Jorge Gorostiza por contactar a Adriana con quien escribe.
- Descarga y escucha el capítulo de «Ciudad Contacto» al que se refiere este artículo, aquí. Duración: 60 minutos.
Escribo esto después de haber tenido una conversación muy interesante -aunque inacabada-con Alejandro Martín (www.ochoymedio.info), Andrés Daly (https://www.35milimetros.org ) y Adrián Ríos en el programa de radio “Ciudad Contacto” de la Maestría en Gestión Urbana de la Universidad Piloto, donde trabajo. Antes de hablar con ellos tenía algunas ideas sueltas, aquí las desarrollo más y las completo con los aportes de los tres expertos –aunque Alejandro se puso bravo por haberlo calificado así-.
Comencemos planteando la relación entre la ciudad y el cine como una relación de doble vía: la existencia del espacio urbano aporta mucho al cine y ciertas obras cinematográficas aportan al surgimiento o consolidación de imaginarios urbanos. De hecho, existen películas en las que la ciudad pasa de ser el simple escenario espacial de las historias a ser un personaje más, si no el mismo protagonista (el ejemplo de Roma de Federico Fellini, mencionada por Adrián, es una muestra de historias en las que la protagonista es la ciudad y el conjunto de quienes la habitan, más allá de los personajes individuales).
¿Qué le aporta la ciudad al cine?
- El encuentro
Sobre la primera relación, podemos decir que la aglomeración, la proximidad, hacen posible una multiplicidad de encuentros y de historias que no serían posibles en un ambiente rural o de asentamientos dispersos. El hecho de que cada segundo en la ciudad pueda darse un abanico casi infinito de encuentros abre una multiplicidad de posibilidades para que surjan historias.
Si nos fijamos, muchísimas historias en el cine se dan de esa manera, con un encuentro en el espacio físico de la ciudad en el que dos personajes no comparten nada más que estar al mismo tiempo en el mismo espacio. Turn left turn right (2003) de Johnnie To y Ka-Fai Wai, se desarrolla en Taipei y es una historia simple de dos individuos que viven solitariamente en una inmensa ciudad, viven en el mismo edificio y frecuentan los mismos lugares pero nunca se cruzan (se cruzan una vez, pero luego un aguacero los separa). En la película se van dibujando los recorridos de ambos protagonistas, pasando repetidamente por los mismos lugares, hasta que el espectador casi logra ubicarse en esa zona de la ciudad. Las películas de Richard Linklater Before Sunrise (Antes del amanecer) y Before Sunset (Antes del atardecer) son buenos ejemplos de esto, un hombre y una mujer que se encuentran en un tren. El espacio público, el transporte público, son lugares de encuentro. Las dos películas hacen luego un recorrido por la ciudad- la primera por Viena, la segunda por París- y en la historia no hay mucha acción, solo un contraste entre lo público -el espacio urbano, la visión del turista- y lo privado, que es la vida íntima de los dos personajes -la que el espectador conoce sólo a través del diálogo, sin necesidad de flashbacks o ningún tipo de acción más allá de la caminata de los personajes por las calles-.
Pero para que surjan verdaderas historias no basta con el encuentro físico de dos o más sujetos en un mismo espacio, el fenómeno del encuentro es más complejo. Ervin Goffman conceptualiza los encuentros en el marco del interaccionismo simbólico distinguiendo tres elementos de los encuentros:
- Las personas
- La situación
- Las reglas de interacción (cívico-legales, ceremoniales y relacionales)
En nuestra vida cotidiana las tres dimensiones de los encuentros se manifiestan generalmente de acuerdo con lo esperado, con pocas sorpresas o rupturas. En el cine, sin embargo, la historia comienza cuando se modifica alguno de estos elementos. Veamos algunos ejemplos –y me van a perdonar lo poco sofisticado de los ejemplos, pero no puedo llegar a más teniendo en cuenta que con dos hijos menores de 5 años mi tiempo ante la pantalla se agota después de ver 3 veces en el día Mi Villano Favorito. Ya llegará el momento de volver al buen cine adulto (suspiro)-.
- Las personas: las típicas situaciones en las que la persona con la que se da la interacción no es la que el personaje cree. Pensemos en Mrs.Doubtfire (Papá por siempre -les advertí lo de los ejemplos-), por nombrar una de miles, y en todas las películas en las que hay espías o impostores.
- La situación: la relación “normal” entre dos sujetos está enmarcada en situaciones y espacios específicos: el doctor y su paciente, el profesor y su alumno. Cuando estos dos sujetos se encuentran en una situación o un espacio diferente, generalmente surgen historias (casi siempre de amor). En You’ve got mail (Tienes un e-mail), por ejemplo, esto es muy claro: los dos personajes se adoran cuando juegan sus papeles de corresponsales en la situación de intercambio de correspondencia virtual; y se odian cuando juegan sus papeles de empresarios enfrentados, sin saber que están insultando a sus amados cibernéticos. En el espacio virtual se adoran, en el espacio urbano huyen el uno del otro o se insultan cuando coinciden. Hay una película de Woody Allen que no recuerdo exactamente cuál es, en la que el simple hecho de que se vaya la luz por un largo tiempo en una casa donde está un grupo de amigos replantea completamente las relaciones entre ellos. Un pequeño cambio en la situación ya altera completamente la predictibilidad del encuentro.
- Las reglas de interacción: este es de los aspectos más explotados para crear historias a partir de encuentros. Piénsese en el protagonista de Matchpoint coqueteando con Nola Rice en la mesa de ping-pong, para enterarse segundos después que es la prometida de su amigo, lo que cambia radicalmente las reglas del juego (que no las hayan seguido es lo que sustenta la historia). Recordemos a los dos matrimonios vecinos en In the Mood for Love (Deseando amar, Wong Kar Wai, 2000), cuyas reglas de interacción están dadas por su estado civil y por los roles de género, pero la proximidad física y la ventana hacia la vida privada de los otros –posibilitada por la aglomeración urbana- hacen la opción de romper las reglas mucho más atractiva que la de seguirlas. Es el patrón de las historias de infidelidad (aunque la magnitud en la que se rompan o no las reglas también genera historias, pensemos en los protagonistas de Lost in Translation, de esas infidelidades “de corazón” en las que la ruptura de las reglas de interacción se da más a nivel de sentimientos que de acciones).
La delgada línea entre lo público y lo privado en la ciudad
En las ciudades hay menos distancia entre lo público y lo privado. La propiedad horizontal, las construcciones en altura, hacen que vivamos literalmente unos encima de otros. ¿Quién no ha oído conversaciones, peleas o celebraciones en los apartamentos vecinos? Sabemos más de ellos que lo que ellos creen, y ellos también sabrán más de nosotros de lo que creemos. Adicionalmente, en los edificios se encuentra un agente que a la vez controla y promueve el filtro de información de lo privado a lo público: la landlord de In the Mood for Love era de quien se tenían que esconder los amantes; los porteros los que riegan los chismes en los edificios.
El tema de la vecindad ha dado para grandes historias, la delgada línea entre lo público y lo privado resulta muy atractiva para el cine. Piénsese en el voyerista de La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock (1954), en la imposibilidad de proteger la privacidad de la protagonista de Dogville (Lars Von Trier, 2003) -que personalmente no me gustó pero reconozco la brillante creación de un espacio semi urbano, con fronteras y divisiones invisibles-.
Los espacios públicos, que permiten igualar en alguna medida a los sujetos (el millonario y el mendigo en el espacio público comparten su condición de transeúntes, el negro y el blanco son ambos pasajeros del bus o del tren); en el cine han sido también un telón de fondo que muestra la soledad, la insignificancia del sujeto. Por ejemplo los ángeles de Wim Wenders -Cielo sobre Berlín (1987) y Tan lejos tan cerca (1993)- que miran a los transeúntes de la ciudad desde lo alto, en planos cenitales que evidencian la pequeñez de los individuos; y –ejemplo proporcionado por Alejandro- la película The Third Man (Orson Welles, 1949), en la que un criminal observa desde el puerto a la masa de gente señalando su insignificancia.
On the waterfront (Elia Kazan, 1954) es un ejemplo (dice Alejandro) de cómo el cine consigue acercarse a la interioridad de cada uno, incluso del que desde afuera puede considerarse el más “simple” -en este caso un carguero de puerto-, pero después la historia revela la complejidad de cada uno de esos sujetos.
- La ciudad como espacio de conflicto
No se podría hablar de las ciudades en el cine sin abordarlas como escenarios de conflicto. El ejemplo más visible es el caso de los barrios “marginados”, esa ciudad informal y caótica, los slums. Está Ciudad de Dios (Fernando Mereilles 2002) en la que se refuerza la impresionante imagen de Río de Janeiro como el espacio de desigualdad latinoamericano por excelencia, Slumdog Millionaire (Danny Boyle, 2008) que nos acerca a las precarias condiciones de vida en los slums de Mumbai –aunque de una manera menos impactante, más hollywoodense que la primera- , y a nivel local “La estrategia del caracol” de Sergio cabrera (1993), que aborda el tema del inquilinato, la ocupación del centro de la ciudad por las clases populares luego del éxodo de los ricos y el proceso inverso en el que el centro se valoriza y los pobres luchan contra el desplazamiento a la periferia; y “Como el gato y el ratón” de Rodrigo Triana (2002), que muestra la vida de los habitantes de un barrio de origen informal en Ciudad Bolívar, y el conflicto entre los que llegan, los que se van y los que se quedan.
La ciudad del conflicto no se da solo en medio de los “barrios pobres”, claramente. Las películas de gangsters (muchas encarnadas en la ciudad de Chicago), el conflicto en los escenarios suburbanos de David Lynch, la “lucha de clases” profetizada por Fritz Lang desde Metrópolis, son otras de las manifestaciones del conflicto en el espacio urbano. La aglomeración abre entonces un abanico de oportunidades no sólo para el amor, sino para la lucha entre individuos y grupos.
- La ciudad como evocación: renovación urbana y memoria
El tema de la memoria, la evocación de construcciones que han sido reemplazadas por otras, es recurrente también en el cine. Las películas “En construcción” (Jose Luis Guerín, 2001) y “Aquí se construye o ya no existe el lugar donde nací” (Ignacio Agüero, 2000), sugeridas por Andrés y Alejandro, tocan directamente estos temas. La demolición de edificaciones se lleva consigo mucho más que los escombros, y el arte se encarga de dejar que no se pierdan los recuerdos.
A esta evocación le sigue la crítica a las ciudades modernas, a la arquitectura globalizada. Andrés, en su programa de radio, mencionó “Playtime”, de Jacques Tati (1967), en la que se muestra la París moderna llena de edificios que podrían ser de cualquier ciudad del mundo. O la crítica a las ciudades sin historia, sin identidad, a lo Truman Show (Peter Weir, 1998), donde Seaheaven –que Andrés nos contó que en realidad existe, es Seaside, una de las urbanizaciones en las que participó Walt Disney en Florida, junto a Celebration-, sus calles iguales, casas idénticas, la gente sonriente, la ciudad aséptica, es en realidad la ciudad más escalofriante que uno pueda pisar.
¿Qué le aporta el cine a las ciudades?
- Imaginarios urbanos
El cine contribuye en gran medida, y de manera masificada, a la consolidación de imaginarios urbanos. Casi todos podemos imaginarnos Nueva York sin haber ido, ya sea la versión glamorosa de las comedias románticas, la muy personal Nueva York de Woody Allen, o la caótica ciudad de la diversidad y el bajo mundo (Alejandro dice que la Nueva York que vio fue la de Devil Wears Prada, con toda la gente mirando a lo alto, hacia los rascacielos, queriendo hacer parte de ese mundo de arriba). La imagen romántica de París también le debe mucho al cine, así como las películas colombianas han hecho de Medellín un escenario de la violencia para el mundo. Cada ciudad tiene su imagen en el cine, Andrés nos dice que Santiago es una ciudad gris (Bogotá también, tranquilo).
El cine también nos lleva –como anota Alejandro- a conocer ciudades lejanas. Ahí, eso sí, estamos a merced de la película “extranjera” que buenamente llegue a nuestras manos, o de la ciudad “exótica” en la que se le haya antojado filmar a algún director hollywoodense.
Antes del programa hice un sondeo por internet en el que preguntaba la o las películas recordadas según una lista de ciudades, de grandes ciudades de los cinco continentes. De los resultados no sorprende que Nueva York tuviera la mayor y más diversa cantidad de respuestas (30 películas de 34 personas que llenaron la encuesta), pero fuertemente dominadas por la comedia romántica y las películas de destrucción -Andrés tiene un artículo sobre la aniquilación urbana en Nueva York-, que Ciudad de Dios fuera casi la única película que la gente recuerda sobre Río (dos personas mencionaron “Río” y dos más “Tropa Élite”), que todos identificaran a Medellín con las mismas cuatro películas de violencia y sicarios, que muchos pensaran que Slumdog Millionaire se desarrollaba en Nueva Delhi, que de las ciudades “raras” solo se respondiera con las películas que incluyen la ciudad en el nombre (Perdidos en Tokio), que Madrid es Almodóvar, que a Roma le achacan todas las películas italianas, incluso de las que no tiene la culpa y que en Londres es en la ciudad en que mayor variedad de tipos de películas se recuerdan (Mary Poppins junto a Jack the Ripper, Notting Hill junto a V for Vendetta, El Discurso del Rey junto a Sherlock Holmes).
Coda: El cine en las ciudades
Y saliendo del plano de la ficción, el cine como actividad cultural ha proporcionado históricamente escenarios de encuentro en las ciudades. A principios del siglo XX la sala de cine era lugar de encuentro por excelencia, evoca Alejandro. El cine ha dejado de cumplir el papel que cumplía, cuando los cines salen del barrio y entran a los centros comerciales se transforma toda la dinámica, y más ahora que el consumo de películas no se da necesariamente en una sala de cine, no es necesario el encuentro ni la aglomeración, cada uno puede escoger y ver lo que se le antoje en un grupo más reducido o solo en su casa.
Me encantó esto de hablar de un tema del que no se mucho pero me encanta con los que si saben. ¡Que se repita!
Adriana Hurtado Tarazona es Profesora de la Maestría en Gestión Urbana de la Universidad Piloto de Colombia, en Bogotá. Conduce un programa de radio llamado Ciudad Contacto, transmitido a través de la Radio Unipiloto (online). Puedes descargar y escuchar los capítulos emitidos de Ciudad Contacto en este link.
Adriana tiene un sitio web (tumblr) del cual proviene originalmente este artículo, llamado «Como en Botica«, que te invitamos a visitar.
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