Papá Corman
[ por: Andrés Daly ]
Por algún lugar se comienza. A sus 24 años, dos años menos que Orson Welles cuando éste estrenó El Ciudadano Kane (1941), el más que citado ejemplo perfecto de la ópera prima de “un joven genio audiovisual”, Francis Ford Coppola coloca por primera vez su nombre en una película, como guionista y director. El resultado no es, lamentablemente, ni por asomo genial.
Al alero del director y productor de cine Roger Corman, exitoso rey del Cine B, C, D y varias letras más allá en el alfabeto -fabricaba cine como salchichas- el joven Francis Ford Coppola, quien realizaría la notable “Bram Stoker’s Drácula” cuarenta y dos años después de “Dementia 13”, se inicia en el campo de su mentor: territorio de mounstros, fantasmas, asesinos psicópatas, mansiones tenebrosas (que por supuesto incluyen rayos), algunas chicas ligeras de ropa y alienígenas; elementos que cruzarían su filmografía inicial. Desde “Nebo zovyot” (1962), una película de la entonces Unión Soviética que Corman le pide a Coppola “modificar” en el cuarto de edición –una verdadera carnicería- insertando en ella algunas escenas nuevas, a “The Terror” (1963), extraña película de terror con Boris Karloff y Jack Nicholson (¡!), Coppola comienza su carrera en el mundo del presupuesto más bajo y de los rodajes acelerados, al servicio del negocio del miedo, la sangre y lo paranormal. Un lugar que, como le encanta decir a Carlos Pinto, el estandarte televisivo chileno del terror y la truculencia B, “nada haría presagiar” que teníamos detrás de cámara al mismo hombre que realizaría años después obras maestras indiscutidas como “La Conversación”, “El Padrino” o “Apocalypse Now”. Las vueltas de la vida.
Dice la leyenda que mientras Corman dirigía “The Young Racers” (1963) en Irlanda, le da permiso a su asistente de dirección de utilizar exactamente las mismas locaciones y el mismo casting para realizar otro rodaje, paralelo y con su propia película, si logra hacerlo en pocos días o dentro de algunos vacíos del plan de rodaje de «The Young Racers”. Recordemos que Corman tiene el record de haber estrenado una película completa en 35milímetros en sólo 4 días, algo que para su época y la de hoy sigue siendo absolutamente demencial, así que esto no era tan descabellado como puede leerse, proviniendo de este productor. Francis, el joven entusiasta, obviamente acepta.
“Dementia 13” cuenta la historia, de forma directa y bastante precaria, de una ambiciosa mujer llamada Louise Haloran (Luana Anders). Louise acaba de perder a Richard (William Campbell), su insoportable marido, de un infarto mientras éste remaba un pequeño bote en el que navegaban sobre un lago, en una oscura noche, camino al castillo de la familia de su marido. Sí, hay gente que tiene castillos. Sabiendo que no podrá cobrar un peso de la herencia de la madre de Richard, si éste ya está muerto, manda el cadáver al fondo del lago y decide fingir que ella ha llegado sola, mientras el ocupado Richard está de viaje. Buscando como enloquecer rápidamente a la suegra –que simpática esta Louise- que ya se encuentra bastante perturbada por haber perdido hace varios años a su hija menor, muy pequeña, ahogada en el mismo lago, Louise husmea dentro del castillo y prepara unas trampa. Pero lo que Louise no sabe es que alguien la está espiando a ella.
Con un giro argumental que bebe de “Psicosis” (1960) de Alfred Hitchcock, una atmósfera tenebrosa y una familia totalmente desquiciada en el castillo –ya que además de la madre, están los otros dos hermanos de Richard y la mujer de uno de ellos- “Dementia 13” pasa sin pena ni gloria, con diálogos pobremente dictados por sus actores, contándonos una historia algo maniada y que contiene, a mi gusto, sólo un par de escenas para destacar. Una de éstas tiene a la familia replicando obsesivamente, como todos los años, una ceremonia fúnebre para la hija muerta, hasta que la madre entra en shock y se desmaya. La otra muestra a Louise, en ropa interior… nadando bajo la calma y negra agua del lago -que parece estar a estas alturas lleno de muertos y memorias enterradas- para colocar una trampa para la suegra, sin embargo, descubrirá que en él fondo del lago yace una inmortal niña vestida de blanco, de piel de porcelana, que duerme plácidamente recostada contra el lecho. Se imaginarán la cara de terror con que sale Louise rápidamente del agua…pero nada haría presagiar que al salir del agua ¡habría un terror aún peor esperándola!.
Buen chico, Francis.
PD. No puedo creer que haya mencionado a Carlos Pinto en este artículo… Es un misterio más…
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