Raising Arizona o cómo criar a una tropa de simples mortales
[ por: Olivia S. Lauriani ]
Veinticuatro años han pasado desde su estreno…. ¿Y me van a creer que es la primera vez que la veo?. Honestamente, comencé a verla con todos los prejuicios posibles, recordando siempre aquellas tardes en el videoclub de la esquina donde me paseaba estante por estante eligiendo la “major” del momento y esta, con su carátula que me recuerda a “Mi Pobre Angelito” o comedias así, fue siempre el sector vetado. Ese prohibido, oscuro, que no te podías acercar o perderías toda inteligencia posiblemente adquirida gracias a tus padres.
Pero debo dar gracias a nuestro querido editor, quien ademas de tener la genial idea de este espacio, nos dió a todos la posibilidad de escribir sobre un determinado director… ¡pero no especificó que él siempre iba a quedarse con las mejores películas! No importa, pensé. Total, nunca entrego a tiempo así que no me publican… y si no lo hago esta vez, nadie va a echar de menos esta película.
Pero NO señores. ¿Porque saben que? La disfruté.
Fue como regresar en el tiempo… a aquellas “tardes de cine” pero con todo el toque de estos peculiares hermanos. Lo que más me fascinó fue el estilo de HI…. ¡Dios! ¿Qué le pasó en el camino a Nicolas Cage? Aquí es perfecto… o imperfecto… no se, lo que sí sé, es que su personaje está genial.
La película, catalogada como de humor negro por algunas luminarias, sería más bien un cuento fantástico de redención moral en el paraíso capitalista que era la América de Reagan en los 80. De cómo la bondad es el motor último que termina moviendo a los seres humanos y como así todos, salvo el ogro malvado del cuento y el jefe canalla, obtienen su recompensa. Ya sé, lo he dicho, este es un cuento fantástico.
Esta buena, sencilla, oscura y divertida comedia negra, está absolutamente en línea con todas las siguientes películas de estos talentosos hermanos. Más o menos profundos, el tipo de narración que utilizan, presentando siempre en todo momento, texto, expresión, silencio o acto, la ironía de la vida que se hace presente. Se nos muestra, una vez más, la atracción de los polos y la redención del mal, factores comunes en todas ellas.
Básicamente trata sobre un torpe asaltante de estaciones de servicio, que es arrestado una y otra otra vez. De tanto ser arrestado, y por consiguiente, fotografiado con la clásica pared de rayitas (nota personal: ¡muero por una foto mía asi!), Nicolas Cage o mejor dicho “Hi”, por “H.I. McDonnough” (algo asi como «Hola McDonuts»), termina enamorándose de la policía responsable de tomar las fotos y es así cómo, a pesar de la seriedad y amargura de ella y la libertina e ilimitada vida de él, decide dar el gran paso y se casa con ella. Todo, dentro del absurdo lógico, es perfecto, hasta que Ed (Edwina) descubre que es infertil. Como buena mujer, su lado policiaco queda renegado por el deseo maternal, cuando casualmente por las noticias se enteran que esposa de quien es prácticamente el dueño del pueblo, ha dado a luz a quintillizos. ¿Para que necesitan cinco si con uno basta? Bajo esta consigna, deciden robar a uno de los bebés, nada menos que a Nathan Arizona Jr.
Ed no puede ser más feliz con su nuevo hijo, pero claramente las cosas no terminan aquí, porque el millonario decide contratar a un cazador de recompensas que parece salido de alguna película B de Tarantino, mientras que dos ex-compañeros de cárcel de H.I. se escapan por los alcantarillados para volver a cometer un crimen, pero se dan cuenta de esta situación, una oferta infinitamente más atractiva que su noble profesión.
Persecuciones, peleas, caidas, maratones por conseguir pañales, huidas y toda clase de aventuras deben pasar Hi y Ed para finalmente decidir que lo mejor es devolver al bebé. Es así como HI decide regresarlo a su cuna una noche, pero el padre, Nathan Arizona, lo sorprende y le aconseja no separarse nunca de su mujer. El cierre final está dado por un sueño (premonitorio) de HI donde se narran los distintos destinos de cada uno de los personajes, incluyendo la más bella de todas… Ed y Hi logran formar una enorme y feliz familia.
Después de reirme a ratos, que lindo terminar de ver una película asi… aunque sea un sueño, ¿no creen? Pues yo sí. Asi que clap clap por los Coen una vez más (¡o por casi primera vez!). La vida, es la vida… lo más absurdo, lo más humano, lo más difícil, lo más feliz, todo puede ocurrir, en cualquier momento, en cualquier época, en cualquier lugar y a cualquier persona…. esa humanidad es la que me fascina y destaco de estos talentosos, porque no decir, artistas. Clap Clap, una vez más.
P.D. El editor niega las infundadas acusaciones de Olivia S.Lauriani y le da la mejor de las bienvenidas -nuevamente- a 35milímetros, luego de su larga y muy misteriosa desaparición. Creo que tanto yo como los lectores esperamos más de sus interesantes textos sobre Créditos Iniciales, ¿o no?.
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