¡Estás sosteniendo mal tu conejo!
[ por: Andrés Daly ]
¿Quiere cambiar su vida? ¿Está aburrido de la rutina, del trabajo?. TDM* es para Ud. (*Tap Dancing Magicians).
¿Cómo llegamos a visitar al final de la película una exitosa corporación que –en un edificio gigantesco que la alberga- envía cientos de ex ejecutivos hastiados, vestidos ahora de boina, chaqueta café y un conejito blanco en una jaula bajo el brazo, a una nueva vida de felicidad y aventura por las carreteras de EE.UU.?. Todo comenzó cuando Donald Beeman (Tom Smothers), un ejecutivo en una anónima corporación –De Palma nunca explica muy bien que diablos hace esa empresa y no es importante- estresado por el teléfono incallable, los recados de las secretarias, las reuniones constantes y el demente de su jefe interpretado por el brillante John Astin (eternamente recordado por su papel de Gómez, el mostachudo patriarca de los Locos Addams en la serie de TV de 1964-1966), renuncia a su puesto. Pero sin renunciar. Es decir, simplemente se va del edificio y con una gran sonrisa en el rostro.
En su departamento monocromático la cámara, que en la secuencia anterior en la oficina hizo no solo un split screen (una pantalla dividida) sino que también nos dio un buen plano secuencia (integrando así dos clásicos elementos reconocibles en la filmografía de De Palma) esta vez vuela perpendicularmente por sobre la planta del departamento, mostrándonos la disposición en zigzag de los muebles y muros, en el mejor y más elaborado gag visual de la película.
Sí, Beeman vive en realidad en una ratonera, estilizada y adornada con los artefactos de moda. Después de una escena a lo Monty Python con un “hombre que arregla pianos” y la pataleta de la rubia novia del protagonista -que no lo quiere cesante, una material girl– el ex jefe aparece en el departamenteo para convencer a Beeman de regresar a la empresa (pues es incapaz de hacer su trabajo sin su subalterno) y con esto el protagonista decide escapar nuevamente. El ex ejecutivo se va a vivir a un hotelucho, donde es no es mala idea dormir trancando la puerta.
Buscando entonces una nueva vida, Beeman descubre que su vocación es la Magia+Bailar Tap y que mejor que ir donde el maestro: Mr.Delasandro (Orson Welles). “Titulado” como Tap Dancing Magician, después del supuestamente severo entrenamiento del viejo mago –que le dice muy serio que no sabe tomar un conejo- Beeman recorre EE.UU. con su acto, conoce una “chica estupenda” (Katharine Ross, la bella novia de “El Graduado”, que aparece en los créditos como “Terrific Looking Girl”) y sin saberlo, sembrará una nueva corporación a través de su resuelto cambio de profesión.
“Get to know your rabbit”, con su inocente protagonista y su trama completamente ridícula no es más que una gran sátira a la vida moderna y como escogemos “trabajar” en ella (separando aquí lo que la película grafica como el marcado de tarjeta automático con lo que se puede llamar “la vocación”), de la búsqueda material absurda y de la forma en que las empresas –en este caso vendiendo la “experiencia de vida” de Beeman- convierten en productos cosas que son casi intangibles, pero que sin embargo buscan repetir, comercializar y serializar. En este caso queda claro cuando al final nos muestran largas filas de ex ejecutivos a los que les entregan sus conejos, acumulados en torres unos sobre otros: les hemos cambiado su destino en tan solo 17 días.
Todo el acto final, donde Beeman vuelve a visitar a su ex jefe –que sigue siendo tan inútil y desquiciado como siempre, sólo que ahora “trabaja” para el protagonista, luego que este lo ayudara a conseguir empleo cuando lo despidieran de su antiguo empleo- y que transcurre en la poderosa corporación TDM (Tap Dancing Magician) es fascinante. Llena de gigantescas imágenes enmarcadas de Donald Beeman en los pasillos, el inadvertido fundador de esta gran empresa se mira a si mismo capturado en las fotografías, camina en silencio por la empresa y decidido a no volver a repetir los mismos errores del pasado, deja para el final un último truco.
Desde lejos, en una pequeña ventana en un gigantesco edificio de oficinas, un ridículo hombre vestido de mago se para sobre su mesa…y desaparece.
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