Fantasías animadas
[ por: Andrés Daly ]
“Traducido” a Latinoamerica como un curiosamente explícito “Mundo Surreal”, “Sucker Punch”, es el nombre del golpe maldito que da el título a la película. Este se traduciría realmente como una especie de golpe bajo, inesperado, violento, muy tramposo y probablemente mortal o al menos brutalmente dañino. Hasta el momento este golpe parece habérselo autopropinado a sí mismo su director, Zack Snyder (El Amanecer de los Muertos, 300, Watchmen), tanto por la lluvia de palos que le han caído desde el área de la crítica como por la muy moderada respuesta en público a esta, la madre de las fantasías fetichistas masculinas. ¿Por mi parte? tengo la impresión que cuando Snyder era el pequeño Zack hace unas décadas, en casa tenían que esconderle el manjar para que no se lo comiera todo de una sola vez.
“Mundo Surreal” tiene una historia de cinco niveles, como un videojuego –odiosa comparación, lo siento, pero es demasiado obvia- donde nuestra protagonista, Baby Doll (Emily Browning) debe obtener cinco elementos (un mapa, fuego, un cuchillo, una llave y el último es un misterio, nos dicen de forma muy misteriosa, valga la redundancia) antes de poder escapar del manicomio donde la han internado. Sí, la blonda ha caído en el espantosamente insalubre Lennox House ubicado en Brattleboro, Vermont, luego de haber asesinado a su hermana pequeña por error, errando la bala que iba dirigida a su padrastro. Este último es un ambicioso y calvo sujeto que codicia la herencia esquiva que no le dejó su fallecida esposa, por lo que aprovecha la oportunidad para encerrar a la hijastra abusada y regalarle cariñosamente, como si fuera poco, una lobotomía ilegal –como todo en Lennox House- arreglada financieramente con uno de los operarios del local. Borrón y cuenta nueva y la chica se irá a vivir, definitivamente, a su paraíso personal.
Pero el doctor encargado de la Lobotomía no ha llegado aún y Baby Doll tiene unos días de pseudo libertad, por lo que debe apurarse en conseguir los elementos…y para ello debe desconectarse de la realidad parcialmente. Para esto será ayudada por otras chicas internadas, todas tan o más guapas que ella: Rocket (Jena Malone, ¡dónde estabas tú!), Sweet Pea (Abbie Cornish), Blondie (Vanessa Hudgens) y Amber (Jamie Chung). Aquí es cuando las drogas alucinógenas de la casa de orates, los sueños mojados de Snyder y un ejército de felices nerds detrás de cientos de computadores en Silicon Valley entran en acción: el robo de los elementos para escapar del manicomio se dará simultáneamente en tres mundos, el real (El manicomio Lennox), un pseudo Cabaret-Prostíbulo donde las chicas imaginan estar –por qué un grupo de mujeres encerradas fantasearían en andar en ropa interior en una locación de apetitos tan masculinos es una duda que el baboso y pillo de Snyder no responderá pero que varios hombres en la audiencia le agradecerán- y en tercer lugar, un mundo surreal al que viajan desde el Cabaret, cada vez que Baby Doll baila (¿?), y en este último lugar, aquí imagine Ud. un mundo digital a su antojo, donde todo es posible. Pixeles siempre cambiantes, en cada nivel. Eso sí, no hay restart ni vidas infinitas, si mueres en el mundo surreal es porque estás muriendo en los otros dos mundos. Vamos así de placer culpable en placer culpable: Baby Doll vs. Samurais-Robots Gigantes, Las chicas –siempre en ropa interior o similar, por qué no se dirá Snyder- vs. el Ejército Alemán de la Primera Guerra Mundial (pero hey, ahora son Zombies), Las chicas vs. Dragones, Orcos, Robots humanoides, aviones, y cuanto ser digital se les ponga por delante.
Festín audiovisual –ojo con el sonido, es particularmente impresionante en algunas escenas y por otro lado la imagen deja en claro que ponerse unos anteojos para ver 3D es bastante inecesario si la cámara se mueve de forma espacialmente tan demente y acrobática como la hace girar Snyder- y que toma algo de vuelo inspirado en algunas escenas de combates, sobre todo en la de los Samurais, que es francamente increíble. Pero tanto ruido termina agotando un poco y esos diálogos espantosos –el guión es un mal chiste- en las escenas expositivas, que toman lugar en la casa Lennox, entre las chicas y el villano de turno, el Sr. Blue (Oscar Isaac), son para morir de aburrimiento y soñar con tener entre los dedos, como un DVD, un botón en el cine que haga “Skip” hasta la próxima escena de acción.
Ahora, sería bueno que el pequeño Zack lea con cuidado el guión de Superman entregado a sus manos recientemente por la confiada Warner Brothers, pruebe su fuerza de voluntad, guarde el pote de manjar y dosifique con criterio su gula audiovisual dándole algún tipo de sentido, adaptando el guión –que esperamos sea bueno- a la línea de sus sensibilidades comiqueras – que muy bien le hicieron a la notable 300 y la ambiciosa y mixta Watchmen – y olvidándose de una vez por todas de mostrarnos sus fantasías adolescentes de medianoche, entretenidas algunas, pero finalmente de poco espesor.
Dicen que la gula es un pecado capital.
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