A sangre fría
[ por: Andrés Daly ]
Qué personajes más miserables. Andy (Philip Seymour Hoffman) y Hank (Ethan Hawke) son los inmorales arquitectos de una tragedia, de proporciones griegas, que combina tres factores:
- Un par de hermanos (ellos) necesitan dinero urgentemente -sin importar los medios para conseguirlo- para intentar pagar las cuentas de unas existencias desgraciadas y conseguir, ingenuamente, vidas nuevas.
- La desprotegida joyería que posee desde siempre un viejo matrimonio, es “el robo perfecto” para que un par de desalmados hermanos roben a sus propios padres. ¿Existe una traición más grande?. Sí:
- Una mujer llamada Gina (Marisa Tomei) está infelizmente casada con Andy, mientras que es, al mismo tiempo, la desinteresada amante del estúpido de Hank. Sexo por despecho, por odio y por amor hacia los dos hermanos Hanson –que nada tienen que ver con los otros hermanos Hanson.
¿El perverso capitán de este barco hundiéndose? –porque el lector ya unió los tres puntos y se imaginó una resolución poco feliz ¿no es verdad? – es nada menos que el mismo director que nos dio “Tarde de perros”, “Serpico”, “Doce hombres pugna”, “Network”, “Piel de serpiente”, “Equus” y “La Colina”…el distinguidísimo Sidney Lumet.
A sus 83 años, Lumet filma con la calma de alguien que se sabe hábil para sacar de todos sus actores lo mejor. No por nada Lumet ya trabajó con Henry Fonda, Al Pacino, Marlon Brando, Lauren Bacall, Ingrid Bergman y William Holden. Algo sabe el hombre. Ahora es el turno de Hoffman, Hawke, Tomei y Albert Finney (que trabajó con Lumet antes en “Asesinato en el Expreso Oriente”) para brillar bajo el sólido guión de la debutante Kelly Masterson.
Mientras coloca las piezas del desastre una junto a la otra en un montaje que recuerda el cine de los 70’s, de pronto Lumet prueba que a pesar de su edad, está bastante dispuesto a explorar, realizando unos cortes vertiginosos y algo extraños que adelantan y retroceden la historia, como una cinta, hasta llevarnos finalmente a la última parte donde ya sólo nos queda esperar – espectadores con los ojos entrecerrados y dientes apretados- el momento en que uno de los personajes en desgracia prácticamente se arranque los ojos con sus propias manos.
Pero en esta tragedia no hay dioses, sólo hombres.
Y son de los mas ruines y reales.
P.D. No estaba muerto, andaba de parranda trabajando como un loco. Películas no faltaron, en horas inhumanas… se viene una avalancha de “Una película al día”, dos críticas por día por un largo tiempo…
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