El terror adentro
[ por: Andrés Daly ]
En una caja fuerte dentro de una habitación fortificada imposible de penetrar, ubicada en el tercero de los cuatro pisos de una vacía mansión en Nueva York, hay 22 millones de dólares escondidos y sin reclamar. Sólo una persona sabe que estan ahí. Pero eso no es realmente lo importante – pues ese era el queridísimo McGuffin – sino que lo son las dos mujeres, una madre divorciada y su hija adolescente, que se han encerrado en esa misma habitación sin saber lo que ella contiene.
En ese recinto, en “la habitación del pánico” (Panic Room), las mujeres se han atrincherado rápidamente al ver su nuevo hogar –pues se acaban de mudar- invadido. Desde el interior de su propio pánico y la habitación que lleva el nombre de esta emoción del descontrol en estado puro, observan a través de varios monitores a tres hombres desconocidos. Son los tres ladrones que han ingresado mientras ellas dormían la primera noche en la vivienda. Ellos intentan entrar a la habitación del pánico…y hacerlas salir, lo que es más difícil porque ¿qué razón podrían tener ellas para salir de esa burbuja de protección? ¿para qué escapar del supuesto bálsamo del miedo y la autosuficiencia, hacia lo que sería, sin duda, una muerte segura?.
David Koepp, el guionista, y David Fincher, el director, nos entregan y convencen con las razones necesarias para que ellas estén obligadas a salir, y nos llevan de un intento a otro de Burnham (Forest Whitaker), Junior (Jared Leto) y Raoul (Dwight Yoakam) por retomar el control de una noche donde no se suponía que hubiese alguien en la mansión. Para el trío todo depende de cómo quitarle el poder a Meg (Jodie Foster) y Sarah (Kristen Stewart), para hacer realidad unos teóricos futuros tapizados de muchos billetes y despreocupación.
Junior
How do we get in to that room?
Raoul
[Burnham laughs about it] Hey! What is funny about this?… Is this shit funny yo you?
Burnham
Well, I spent the last 12 years of my life building these rooms specificly to keep out people like us.
Junior
Ow, It’s all so ironic and amusing, okay? Now, How do we get in?
Burnham
We can’t… we can’t get in the panic room. That’s the whole point. We have to get her to come out.
A una película totalmente claustrofóbica que contiene dos encierros simultáneos – las mujeres en la habitación del pánico, y los hombres en la casa – Fincher sabe sacarle total partido a las limitaciones impuestas por la historia y el mínimo de espacios que dispone para narrar, creando una de sus películas con los movimientos de cámara más fluídos y estetizados de toda su carrera. En algunas secuencias brillantes que simulan –digitalmente- ser planos secuencia, la cámara de Fincher tiene una personalidad propia; es un ente que flota por toda la casa, vuela del cuarto al primer piso, se mete entre medio de objetos, busca personajes por las ventanas, por una cerradura, sube por las escaleras, regresa, se da media vuelta, espía y nos dice donde se ubican los protagonistas de la historia en los momentos más críticos de esta larga noche.
Empañada lamentablemente por el burdo tratamiento de dos de los ladrones (Junior y Raoul) como ineptas caricaturas contrastadas de forma bastante desequilibrada con el tercer integrante del robo, el dubitativo Burnham (el personaje que intenta ser tridimensional y que sí parece tener motivaciones personales para realizar el robo) “La habitación del pánico” se apoya en la espacialidad de la casa, su corte vertical y la forma en que este lugar inanimado adquiere carácter, para resarcir la simpleza de este par de personajes. Hay méritos suficientes para que hagamos la vista gorda.
La casa se convierte poco a poco en la prisión de todos quienes viven y pueden morir dentro de ella. La habitación del pánico, a su vez, en el símbolo de lo imposible que ese iluso concepto de seguridad en el mundo perverso –y pesimista- de David Fincher. Uno donde un vecino prefiere dormir e ignorar la luz que lo ilumina insistentemente a través de su ventana y que proviene desde la casa del frente. Dos mujeres intentaban despertar su sospecha, desesperadas, con una linterna.
Pero ¿nadie piensa lo peor o sí?…o mejor dicho, ¿no será que en el mundo, a nadie le importa realmente lo que pasa en la puerta de al lado?.
Sarah
You know, people never get buried alive anymore. I guess it used to happen all the time.
Meg
Really?
Sarah
Yeah, I read that.
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