El cine de Chile vive un auge gracias al talento de una generación de jóvenes que aprovecha las nuevas tecnologías, escuelas y el respiro democrático para hacer cine, y que llegó pisando fuerte al Festival de Toulouse, sur de Francia.
«No se puede todavía hablar de una ‘edad de oro’ del cine chileno, pero creo que vamos hacia eso», afirmó a la AFP el productor chileno Bruno Batteti, destacando la fuerte presencia del cine de ese país sudamericano no sólo en Toulouse, sino también en decenas de festivales de cine en el mundo entero.
Tres filmes de Chile -«Lucía», de Niles Atallah, «Mi Ultimo round» de Julio Jorquera, y «Perro muerto», de Camilo Becerra- compiten por el Gran Premio El Flechazo, el máximo galardón en estos Encuentros de Cines de América Latina de Toulouse (18-27 de marzo), que será anunciado el sábado.
Además, tres de las seis cintas que aspiran al premio de Cine en Construcción, que ayuda a un cineasta a terminar su película, son chilenas: «Bonsái», de Cristián Jiménez, «Sentados frente al fuego», de Alejandro Fernández Almendras y «Zoológico», de Rodrigo Marín.
Bruno Batteti, que produjo «Bonsái» y también la anterior película de Cristián Jiménez, «Ilusiones Opticas», atribuyó este «auge del cine chileno» a una serie de factores, fundamentalmente a «los 18 años de apoyo del Estado, que posibilitaron que emergiera en Chile una nueva generación de realizadores y productores de cine».
En Chile se ruedan ahora unas 35 películas al año, incluyendo documentales. «Esto quiere decir que en diez años se ha duplicado la producción cinematográfica», observó Batteti.
Cristián Jiménez, que presentó el viernes «Bonsái» a un reducido grupo de productores, distribuidores y críticos que participan en Cine en Construcción, que el Festival de Toulouse organiza conjuntamente con el de San Sebastián, coincidió en que el cine de Chile está viviendo un muy buen momento.
«Hay todo un movimiento que tiene que ver con nuevos realizadores, guionistas, productores, críticos. Además, se publican libros, blogs referentes al cine», señaló el cineasta, que explica esta vitalidad por «una mezcla de cosas», entre las que citó «la explosión digital» y los apoyos estatales al cine, tras la restauración de la democracia.
«La dictadura de Pinochet había casi anulado el mundo del cine. La democracia instauró apoyos al cine, se abrieron escuelas y surgió una nueva generación que ha tenido hambre y ganas de hacer películas», subrayó Jiménez, tras la presentación de «Bonsái», que describe como «una historia de amor, libros y plantas».
El cineasta de 36 años, que no oculta su esperanza de que su filme sea escogido por el Festival de Cannes, que se celebra en mayo en el sur de Francia, señala que sin embargo esta creatividad y explosión en la producción cinematográfica no corresponde al sistema de distribución, lo que dificulta que las películas de cine independiente sean vistas en Chile.
«El problema es que esta toda esta vitalidad aún no se refleja en el mundo de la distribución. Los exhibidores son los mismos viejos exhibidores de siempre».
«Esa es una tarea pendiente», señaló Jiménez, tras presentar el viernes su filme, que compite por apoyos financieros con el de su colega y amigo, Alejandro Fernández Almendras, que trajo a Toulouse no sólo un filme ya casi terminado -«Sentados frente al fuego»-, sino también un proyecto, que prevé empezar a rodar en unos meses.
Fernández Almendras -cuyo primer largometraje «Huacho» fue presentado en el 2009 en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, antes de conquistar varios premios en festivales de cine internacionales- presentó el viernes en la sección Proyecto en desarrollo «Matar a un hombre», que será un filme policial.
«Las películas que me gustaba ver, de joven, eran las policiales», explicó el realizador de 40 años, que espera hallar en Toulouse, la llamada Ciudad Rosada, por el color de sus iglesias, edificios y viviendas, fondos para terminar su segundo filme y un productor europeo para «Matar a un hombre», que será su tercer largometraje.
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