Cambio de principios
[ por: Andrés Daly ]
Les tomó seis años, pero finalmente Dreamworks Animation logró darse cuenta que el chiste rápido amparado en la técnica digital (lo segundo es algo que por estas alturas ya no es un tema relevante) no es realmente el corazón de una película de animación. El centro debería ser la preocupación del corazón de sus protagonistas, de preguntarse finalmente ¿pero de que trata realmente esta película?, ¿cuál es su tema? y ¿qué hace una buena historia, que la hace algo memorable?. Preguntas que PIXAR, su más evidente referente en “Como entrenar a tu Dragón –y estudio competidor que le lleva una amplia ventaja tanto en el ámbito artístico como económico hasta el momento- se ha preguntado una y otra vez, una vez por año y con resultados siempre sobresalientes, desde hace dieciseis años, con Toy Story (1995).
Durante mucho tiempo Dreamworks estuvo, para mi gusto, perdiendo el tiempo con un mundo olvidable de comedia tendenciosa, sonidos y referencias pop, secuelas apuradas y miles de gags rápidos que inundaban torpemente su filmografía. Esta incluye películas tan olvidables como “El Espanta Tiburones” (Shark Tale, 2004), la sobrevalorada aunque muy popular Shrek (del 2001, primer estandarte del estudio y que más allá de algunas risas, encontré francamente insoportable, sobre todo con ese doblaje mexicano), y las cada vez más vacías secuelas del mismo ogro verde hasta su pálida conclusión el año pasado con “Shrek Forever After” (2010), el final de esa caja registradora. A estas las acompañan otro grupo de frenéticas películas, bastante histéricas creo, que combinaban comedia, acción y fantasía de forma irregular, como “Monsters vs Aliens” (2009), “Over the Hedge” (2006), Madagascar (2005) y Madagascar 2 (2008). La máquina de billetes del estudio funcionaba muy bien.
Así, con la excepción de breves pasajes del panda kareteca (Kung Fu Panda, 2008), y la breve asociación de este estudio con los de Aardman, con la divertida “Lo que el agua se llevó” (2006, Flushed Away) y la belleza del stop motion de “Wallace & Gromit: The Curse of the Were Rabbitt (2005), los personajes de Dreamworks viven permanentemente en este mundillo tan vacuo, neurótico, burlón y supuestamente “ondero”, más cercano a las sitcom y a las comedias con actores de carne y hueso de Hollywood que al medio de las películas de animación, que tenían precedentes tan nobles como el cine de animación de papel y lápiz de Disney –aunque excesivamente empalagoso aveces, es verdad- que tuvo un período con grandes altos y bajos entre sus inicios en los 40’s y su último renacer de los 90’s, antes de caer en la cuasi muerte de su tradición al agotar sus fórmulas y posteriormente, salvarse gracias al paradójico salvavidas de PIXAR, el mismo estudio que aunque distribuidos por ellos, finalmente logró quitarles gran parte del mercado y prácticamente sacarlos de éste.
Quizás la culpa de esta mirada sarcástica de Dreamworks, que se perpetuó una y otra vez en tantas películas, provino básicamente de la experiencia con el mencionado ogro verde, tan “ondero” y la gran suma de dólares que recaudó. Pero, por fin, después de Woody, Buzz y Andy, el robot Wall-E, el ratón cocinero Remy, el señor Fredricksen y la larga suma de personajes con cuerpo y alma –algo curioso- en el mundo digital y cada vez más adulto de su competidor, Dreamworks emociona por primera vez con la pequeña historia del chico diferente del pueblo, un inadaptado y algo torpe joven llamado Hiccup (Jay Baruchel).
Hazmerreir del pueblo vikingo de “Berk” y de la autoridad del mismo, el rudo y muy severo Stoick (Gerard Butler) que es al mismo tiempo su padre (uf) y que ve a su hijo como un castigo de los dioses al que tiene que soportar y por supuesto no expresarle su amor, Hiccup es negado no sólo por los adultos sino que también por los otros jóvenes de su edad. Esto incluye a Astrid (America Ferrera), la chica que a él le gusta. Pero todo podría cambiar cuando Hiccup capture, en secreto y usando sus talentos, al más misterioso entre todas las razas de los dragones, un “Night Fury”.
Fantástica y emocionante historia llena de acción, basada en la novela de Cressida Cowell, dirigida por Dean DeBois (Lilo & Stitch) y Chris Sanders, con un sentimiento de aventura muy similar al de varias películas de Spielberg, Zemeckis o Dante en los 80’s y 90’s. El paso a la adultez de Hiccup no sólo incluye al clásico primer amor, sino que más importante, al descubrimiento de su lugar en el mundo, la aceptación de él mismo y sus talentos. Finalmente, de que a través de los sentimientos, la creatividad y la apertura de tu mente –cosa que va tanto para Dreamworks como para Hiccup- es posible cambiar el miedo en la mente de los hombres y convertir al desconocido, al enemigo, en tu amigo. Incluso, y por que no, a un temible Dragón.
P.D. Súbele el volumen a la espectacular música del gran John Powell, que te puede poner los pelos de punta. Powell es el mismo detrás de las bandas sonoras de la trilogía de Jason Bourne (Identity, Supremacy, Ultimatum), Green Zone, Jumper, Face/Off, Shrek, I am Sam y La Era del Hielo.
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