Introducción: el Rey de la Comedia
[ por: Andrés Daly ]
Una de las tantas desgracias del año pasado fue la muerte de uno de los grandes de la comedia, director de uno de los géneros particularmente más complejos y más sobrevalorados. Blake Edwards nos dejó a sus 88 años, con una filmografía que cualquier director contemporáneo podría asesinar por obtener. Con películas tan notables como “Desayuno con diamantes”, “A shot in the dark”, “La fiesta inolvidable”, “Días de vino y rosas”, “S.O.B” y “Victor, Victoria”, Edwards hizo una carrera de comedias impregnadas de un gran corazón, de un amor profundo por sus personajes, y de algunos melodramas contundentes y hasta desgarradores. Un hombre que nos bendijo con risas capturadas eternamente en celuloide y que a veces, extraordinarias, se filtraron genuinamente frente a la cámara. Como aquella de Lee Remick y Jack Lemmon en un ataque de risa imparable en un edificio lleno de cucarachas (en Días de vino y rosas), o tantas otras de uno de sus colaboradores más recurrentes y destacados – al igual que el compositor Henry Mancini – aquellas impresas en el rostro de Peter Sellers en la saga de la Pantera Rosa, o improvisando brillantemente como el torpe Bakshi en “La fiesta inolvidable”.
Filmografía para recorrer y degustar, con un puñado de artículos en 35milímetros que buscan recordar y destacar al hombre que recibió un Oscar honorífico de la forma más original que yo haya visto: sentado en una silla de ruedas eléctrica totalmente desquiciada y fuera de control, cruzando memorablemente y a toda velocidad el escenario, frente a las cámaras y los ojos de todo el mundo, para tomar el galardón de un zarpazo -otorgado tardíamente como tantos otros- y estrellarse violentamente contra un muro de utilería, desapareciendo en él y con el tema principal de la Pantera Rosa sonando de fondo. Como en una película de Blake Edwards.
Dossier Blake Edwards
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A shot in the dark: ¡Jacques Closeu lo hizo de nuevo!
[ por: Micheell Toledo V. ]
Acostumbrados ya a la imagen de Peter Sellers como el mayor artífice icónico de la carrera de Blake Edwards, el gran personaje de Jacques Closeau – mejor conocido como La Pantera Rosa – trae en esta película una deliciosa manera de ver la asociación crimen/motivo. Y es que es desde el comienzo, la definición de quién es quién es un tanto confusa. Con un gran plano secuencia (montado en fundido con otros) la cámara se mueve por una grúa de manera eficaz, deslizándose como un testigo de las acciones – tal como los ojos de Stewart en “La ventana indiscreta” o como el comienzo de “Mon oncle” del siempre citado Jacques Tati… Seguir leyendo >>
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Dias de vino y rosas: El amor en el abismo
[ por: Andrés Daly ]
Ciertamente, existe un peligro muy grande al hacer un melodrama con tintes de historia de advertencia como éste. Sí, porque el panfleto y la película moralista acechan por una esquina, malditos, bobos y fáciles de ridiculizar, cuando el discurso amenaza con comerse a los personajes, el guión, los actores, el director y el barco completo. No hay actor que pueda salvarse de una dirección equivocada, de un torpe montaje, una musicalización sobre dramatizada y un error de tono que lleve toda la empresa por el camino del sermón dominical… Seguir leyendo >>
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The Party: Los inadaptados
[ por: Micheell Toledo V. ]
Cuando Charles Chaplin creó al personaje de Charlot (por allá en 1914) se abrió el paso para lo que se conoce hoy en día como la “comedia norteamericana”. Ésta posee diversas características que son replicadas por comediantes de la talla de Buster Keaton, Harold Lloyd, los hermanos Marx, etc. Pero la característica principal que presenta este tipo de humor es que siempre es el protagonista quien nos mueve a través del relato por medio de sus equívocos, generando la comedia que deviene de la trama… Seguir leyendo >>
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La Pantera Rosa: Una injusta medida
[ por: Olivia S. ]
…Reconozco que no soy fan de las comedias. No soy una amarga, pero en general los gags cinématográficos suelen molestarme en vez de lograr carcajadas, ni siquiera esbozar una sonrisa. Sin embargo, “La Pantera Rosa”, gracias al maestro de Peter Sellers que se roba la pantalla con su torpeza tan extremadamente humana y estúpida por qué no decirlo, que hace de esta película una interesante comedia, cuando el guión pareciera no haber sido escrito en este genero. De hecho, si no fuera por la torpeza del Inspector Clouseau, se trataría de un policial… Seguir leyendo >>
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La fiesta inolvidable: Delirio en la Arquitectura moderna
[ por: Andrés Daly ]
Dicen por ahí que cuando algo te hace reir, para nuestro misterioso cerebro es muy difícil de olvidar. Misma razón, entre muchas otras -algunos sostienen que es la más importante- por la que muchos hombres y mujeres dicen haberse enamorado de alguien. De esa persona que tiene la extraña y fantástica capacidad de hacerte reír regularmente, en el fondo, de hacerte disfrutar la vida más intensamente. Por alguna razón, hubo un tiempo en que mi padre me hablaba de esta película regularmente. Quizás demasiado, como una especie de obsesión. Aún lo hace, esporádicamente, menos mal. Cuando vi esta película dirigida por Blake Edwards, cansado quizás de tanta insistencia paternal, hace ya unos 15 años… Seguir leyendo >>
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Desayuno con diamantes: Una perfecta fantasía
[ por: Andrés Daly ]
Elegantemente vestida, despreocupada y con anteojos oscuros, una joven y delgada mujer come su desayuno –algún tipo de masa envuelto en un papel en una mano y un café grande en la otra- de pie y frente a una vitrina de la joyería Tiffany’s, a las cinco y media de la mañana en una calle solitaria de Nueva York. Con esta breve y melancólica escena de créditos acompañada de la música del gran Henry Mancini, el director Blake Edwards logra algo difícil y en general bastante incréible: enamora a la audiencia de Holly Golightly y de la actriz que la interpreta, Audrey Hepburn, y todo en menos de dos minutos. La fuerza de gravedad hacia Golightly/Hepburn sólo irá en aumento el resto de la película… Seguir leyendo >>
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Víctor, Victoria: Pretendiendo
[ por: Andrés Daly ]
Esta es una comedia musical plagada de confusiones sexuales que ocurre en un París de época, casi de caricatura, ausente de hitos y que busca ser evidentemente ficticio; un lugar de sets de calles nevadas, fachadas continuas, callejones oscuros y mundo de cuento. Mas pueblo que ciudad y en concordancia con esa propuesta, todos los personajes se conocerán o se conocen al menos de vista; sino, se encuentran a través de infinitas coincidencias – el caso más divertido es el de un distraído mozo que no entiende nada y se topa con la protagonista repetidas veces en cada una de sus distintas vestimentas – y en todas las locaciones donde se desarrolla la historia se mantiene esta idea de pequeño mundo: teatros, calles, restoranes, lujosos hoteles y viejos departamentos… Seguir leyendo >>
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