¡Cuek!
[ por: Andrés Daly ]
Este es el famoso y rotundo fracaso artístico, crítico y económico de Steven Spielberg –y hasta el día de hoy el único en sus cuarenta años de increíble carrera tanto artística como comercial- que vale la pena ser visto para ser creído. Casi imposible de encontrar al arriendo en DVD, pude verla nuevamente (la primera vez que la vi fue de un oscuro VHS pirateado hace mucho tiempo) y tal como lo recordaba…¡es un maravilloso fiasco!. Con todo lo que me gusta la carrera de este director norteamericano, no hay nada que pueda salvar a este épico desastre, y que mantuvo por muchos años la equivocada idea de que Spielberg era incapaz de sostener una comedia, y menos una fusionada con cine bélico, algo que hay que reconocer, ya era inicialmente una mala idea.
Aunque hasta el día de hoy The Bearded One -como se le conoce en alguno que otro foro de sus seguidores- no ha tomado las riendas detrás de otra película de las mismas características (menos mal), si que ha podido demostrar en múltiples ocasiones que efectivamente sí tiene y entiende de humor, inyectándoselo regularmente a su cine de aventuras (como las cuatro películas de Indiana Jones), ciencia ficción (Minority Report tiene una memorable escena de comedia bastante negra que involucra nada menos que un ojo humano rodando por un pasillo) o películas más bien dramáticas como Atrápame si puedes y El Terminal.
El casting es espectacular: Dan Aykroyd, John Belushi, John Candy, Christopher Lee, Toshiro Mifune (el actor fetiche de Akira Kurosawa), Bobby Di Cicco (The Big Red One), Robert Stack (que se roba la película), Nancy Allen, Slim Pickens (el famoso cowboy-piloto que monta la bomba atómica en Dr. Strangelove…de Stanley Kubrik), Tim Matheson, Treat Williams, Mickey Rourke…en fin, suma y sigue la larga lista de actores que se puso bajo las órdenes de Spielberg, que venía de filmar una obra maestra como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, y que jamás supusieron que estarían participando en una farsa tan grande, caótica e infantil donde las risas son el elemento perdido. ¿Cómo pudo salir todo tan mal?
El principal problema comienza en la historia de Robert Zemeckis & Bob Gale (los mismos detrás de la trilogía de Volver al Futuro) y John Milius (Apocalipsis Ahora): la cantidad de personajes e historias que ocurren dentro de la película –que además se contextualiza principalmente en un solo día- es tan abrumadora, que es un acto de malabarismo casi imposible tratar de inyectarle coherencia a tantas líneas paralelas. Por lo demás, las bromas no son muy divertidas y es extraño que tres guionistas tan destacados se conformen con un nivel tan bajo.
La descabellada idea inicial de que durante la Segunda Guerra Mundial un grupo de soldados japoneses confundieron el camino y terminaron bombardeando Hollywood no es suficiente para construir una historia que aguante las dos horas de película, y esa intención de crear una atmósfera de caos total en el guión termina siendo mal interpretada por el director. Porque el caos en la pantalla se traspasa al caos detrás de ella, y Spielberg no da ni con el tono de splastick buscado –tan anacrónico por lo demás- y menos logra equilibrar la esquizofrenia escrita. Los excesos no son divertidos si no hay una idea detrás y todo se convierte en una suma de gags un poco infantiles que pretenden impresionar tan sólo por el daño que parecen producir en la ciudad. Es como asistir a una demolición.
Un exceso de ruido, gritos insoportables de los personajes –a la cámara nada menos- y la música de John Williams que hace las cosas aún peores (como si no fuera suficiente el ruido de la propia película, Williams hace una banda sonora excesiva), todo en un intento de comedia a la antigua. Descabellada, megalomaníaca y de un presupuesto desproporcionado que intenta suplir con efectismo la comedia ausente, cae rotundamente y se convierte en una experiencia absolutamente desagradable, pero al mismo tiempo, fascinante por la cantidad de malas ideas invertidas.
Pero no todo es tan negativo, de hecho es bastante mejor de lo que parece. Gracias a 1941, Spielberg dijo haber aprendido valiosas lecciones que no tuvo con los inesperados éxitos de Tiburón (1975) y Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (1977) (recordemos que Spielberg estaba iniciando su carrera) y desde entonces, encaminado y cada vez mas certero, se ha convertido en uno de los directores más creativos, relevantes y populares de la historia del cine. No ha parado desde entonces, innovando tanto en la veta descrita generalmente como «puramente comercial» o cine de entretención – como Jurassic Park (1993) – exhibiendo siempre un dominio total de la puesta en escena y la narración de historias; la maestría indiscutida detrás de la cámara y el conocimiento perfecto de las herramientas del cine, algo inegable para quien pueda o no gustarte su temática. Por otro lado, el cine artístico y más personal, desde E.T. el Extraterrestre en 1982 (sí, una película íntima) y la representación de sus fantasmas infantiles; como los holocaustos, grandes y pequeños, de una parte de la sociedad que involucra personalmente al director, como en La Lista de Schindler (1993) y Munich (2005) y otros destacados dramas de su carrera como El Color Púrpura (1985) y El Imperio del Sol (1987).
P.D. Para el próximo 2011, se repite este impresionante esquema de dos estrenos por año, en una dupla comercial/artística, al igual que en 1993 (Jurassic Park/La Lista de Schindler), 1997 (El mundo perdido/Amistad) y 2005 (La guerra de los Mundos/Munich) con dos películas: Las Aventuras de Tintin: el secreto del Unicornio y War Horse. Ahí estaremos.
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