Reflexiones sobre El Señor de las Moscas
[ por: Micheell Toledo V. ]
Robert Ardrey afirmó una vez: “Somos hijos de Caín”. Esta historia es reconocida prácticamente como si fuera la estructura mitológica de un relato que se repetirá cada vez que se quiera hablar de la traición, de la agresión y la violencia. Funciona como un esquema de aseveraciones tal cual lo es el mito del viaje realizado por el Ulises de Homero, el Edipo de Sófocles o el Romeo y Julieta de Shakespeare. Caín engendra violencia, una actitud agresiva muchas veces inexplicable e incontrolable. El ejemplo de Caín no solo está ligado a un simbolismo bíblico, sino que se ha transformado, al igual que Edipo, en un mito capaz de demostrar ciertas entidades psicológicas, biológicas y sociológicas, encontrándose en lo más profundo de la consciencia humana. Estas estructuras que normalmente están más apegadas a actividades científicas, también lo están en lo que llamamos realizaciones artísticas. Un artista es capaz de entablar un juicio y aplicar un punto de vista, un análisis de estudio personal y observación en base a algún acontecimiento con los argumentos más contundentes que pueda tener. Este es el caso de William Golding, quien en 1954 publico su novela más afamada, y elevada al podio de los clásicos de la literatura inglesa por la crítica: El Señor de las Moscas.
Más que contar un relato sobre la pérdida de la inocencia de unos niños que después de un accidente aéreo quedan atrapados en una isla desierta, es un acercamiento a los tipos de conducta que definen el accionar del ser humano. Esta idea tan potente no solo llamó la atención del mundo literario, sino que también del cinematográfico. En 1963, en plena revolución audiovisual, el cineasta Peter Brook decide llevar el texto a la pantalla grande, lográndolo de gran manera, a diferencia de la más contemporánea adaptación fílmica. El tratamiento visual de Brook comienza de manera muy interesante, al contar por medio de una serie de fotogramas las condiciones sociales, económicas y culturales que llevan a la explicación de un accidente aéreo, en el que los únicos sobrevivientes serán los niños que iban a bordo. Esta secuencia de explicación fotografiada también tiene relación con una nueva visión sobre el cine, tomando en cuenta que durante este periodo se estaba gestando y consolidando el movimiento llamado Nouvelle Vague o Nueva Ola, en donde varios directores, entre ellos Godard, Truffaut, Resnais, Rohmer, etc. demostraron que el cine era algo más que contar historias. En este ámbito existe otro cineasta importante que ha sido la influencia para muchos, el director/ensayista Chris Marker, quien en una película realizada en el ’62 llamada La Jetee, cuenta la historia por medio de fotogramas y no acciones continuas, ejercicio similar realizado un año después por Brook.
Una de las funciones principales de este film es demostrar por medio de esta situación una involución en términos sociales. Aunque creo que más allá de la involución representada en el accionar de los personajes es una forma de decir que aunque creamos que somos civilizados, en condiciones adversas nos comportaremos igual que animales, porque eso es lo que somos, está en nuestros instintos más primitivos. Así hablo Zaratustra cuando afirmó la muerte de Dios, tal como lo hizo Kubrick en 2001: en el momento exacto en que creamos una nueva forma de utilizar los elementos, el advenimiento de la tecnología, en el momento en que nuestro primer objeto tecnológico fue un arma, estábamos destinados a salir bajo el yugo de nuestro ser superior para valernos por nuestra propia cuenta. El mito de Caín vuelve a presentarse, toma forma una y otra vez como la semilla explicativa de todas las acciones humanas desde que el primate más básico usó el hueso como arma para poder conquistar territorios, defender a los suyos y conseguir alimentos. La guerra y la violencia fueron uno de los primeros inventos del ser humano. “La repentina adición del cerebro ensanchado al equipo de un animal depredador ya exitosamente armado creó no solamente al ser humano, sino también los problemas humanos.”
En El Señor de las Moscas el mito de Caín vuelve a tomar fuerza, nos recuerda nuevamente quienes somos: animales con una capacidad craneal mayor que la de otros. Los elementos conjugados en la película son una representación precisa sobre el mensaje que se quiere dar. En primer lugar, el elemento más relevante de todos es el lugar geográfico donde sucede la historia: una isla. La isla tiende a representar normalmente en las historias un reflejo; de la sociedad, de un personaje, de nosotros, etc. En este caso, el tópico de “la isla desierta” y no descubierta es uno de los pocos lugares que existe en el mundo que se encuentra alejado de la mano del progreso. En una isla desierta se podrían vivir experiencias de todo tipo, la mayoría de ellas extremas, difíciles y relacionadas con la supervivencia. La palabra clave en este caso es el entorno. El entorno es quien transforma la experiencia de vida de estos niños, forzándolos, por medio de las condiciones que este presenta, a crear un nuevo tipo de sociedad, a repensar su estilo de vida y a enfrentar las consecuencias que se les presentan después del accidente aéreo.
Esta ambientación no deja de ser importante debido a que genera lo que se podría llamar un nuevo tipo social. Esto queda patente desde el comienzo, cuando el grupo de niños que está a cargo de Ralph viste de una manera diferente a la del grupo de Jack, quienes son los niños que participan dentro del coro de la escuela. La separación de bandos se entabla primeramente en el relato, marcado por tres personajes importantes: Ralph, Jack y Piggy, el niño obeso que es la víctima de todas las bromas. Desde que Jack se burla de Piggy, quien no sólo tiene problemas de peso, sino que también tiene problemas de vista, se forja el nuevo comportamiento social, la ley del más débil, concepto ajeno a ellos en el mundo civilizado. La elección de un líder logra mostrar la nueva organización: Ralph será el líder, mientras que el grupo de Jack se dedicará a la caza y a mantener encendido el fuego que debe ser visto por algún avión para que así puedan ser rescatados. Aquí se forman tres tipos de representación social relevantes: por una parte, Piggy pertenece al ámbito del pensamiento, es el personaje que razona sobre lo que se puede hacer y cuáles serán las consecuencias de determinados actos, siendo equilibrada su discapacidad física por medio del intelecto. Por otro lado, Jack es el líder, es quien representa el concepto de decisión, ya que sin importar lo que suceda, todo pasara por él y tendrá que tener la fortaleza suficiente para decidir por todos los niños que están en las mismas condiciones. Y por último, Jack representa la acción. Se deja llevar por algo más fuerte que la razón y la planificación: el instinto.
El instinto será lo que moverá durante toda la película al grupo de Jack, siendo probablemente el arma más acertada para una situación de sobrevivencia como la que están viviendo. Esto determina inmediatamente la separación en bandos, siendo cada uno de estos representantes de un grupo social en particular. Esta desunión se acrecentará a medida que las condiciones se vayan volviendo más adversas, como el descuido del fuego, la falta de alimentos y la aparición de un supuesto monstruo. La separación en torno a dos grupos – los cazadores y los pacifistas – se verá aumentado por este supuesto monstruo, lo que hará que la mayoría de los niños demuestre fidelidad hacia Jack, quien ofrece protegerlos y alimentarlos, cosa que Ralph ya no puede hacer de manera concreta. El tema de la fidelidad entonces ya no está basado en temas de amistad, sino que se centra en necesidades básicas de supervivencia, la ley del más débil se va remarcando cada vez más y la involución de un estilo de vida social crece. Con respecto a la unificación de los primates, Ardrey afirma: “(…) tiene instintos de mantenimiento y defensa de sus territorios; una actitud de hostilidad continua para con los vecinos de área; la formación de vínculos sociales como principal recurso de supervivencia (…) una actitud de amistad y lealtad hacia el compañero; y sistemas diversos pero universales de dominación para asegurar la eficacia de su instrumento social y para promover la selección natural de los más aptos.” Esto es el vivo reflejo de cómo se forja esta nueva sociedad salvaje.
También aparece un personaje muy relevante, que representa el centro de la tesis que plantea Golding y posteriormente Brook: Simon, un niño que no parece ser de ningún bando y que está dispuesto a ayudar a cualquiera que lo necesite. Cuando los niños descubren el lugar físico donde está el monstruo, al llegar allí no son capaces de acercarse, sino que todos huyen. Después de este acontecimiento, Simon es el único que osa ir a ver al monstruo del cual se están escondiendo. Paralelamente, el grupo de los cazadores, que ya se encuentran pintados y armados como si fueran un antiguo grupo guerrero indígena, arman un ritual de cacería. Esto es interesante ya que en ningún momento los rituales son dejados de lado. Desde el principio existen rituales que provienen desde el mundo civilizado como el uso de una concha que se tiene que soplar para poder hablar, mientras que la nueva situación generada por el entorno no destruye los rituales, sino que crea unos nuevos, como el que el grupo de cazadores realiza antes de ir a matar a la bestia por medio de cantos y saltos extraños, casi como si estuvieran en trance. “Sin los ritos y costumbres tradicionales que representan una propiedad común valorada y defendida por todos los miembros del grupo, los seres humanos serian totalmente incapaces de constituir unidades sociales (…)”
Simon baja desde el lugar donde vio a la bestia en la noche y mientras camina por el bosque es oído por el grupo de cazadores que se están preparando para esta cacería. Salen tras él y lo matan, siendo víctimas de un éxtasis y sed de sangre, confundiéndolo con el monstruo. Esto no provoca ninguna alteración en el orden social del grupo de Jack, ya que eso es a lo que se dedican, la aparición de él fue una presentación de amenaza y lo que hicieron los cazadores fue responder ante esta. Lo importante de este personaje es que primero, su muerte no es una casualidad. Posee un significancia bastante importante, ya que él es el único de los niños que se da cuenta de que es la bestia. Al acercarse al lugar donde supuestamente vive este monstruo, descubre que no lo hay, es sólo el cuerpo de uno de los pilotos muertos que se había eyectado del avión con un paracaídas. Después de ver esto, baja por la noche a avisarles a los demás lo que vio, pero es confundido con la bestia y es asesinado antes de descifrarle al resto la verdad de los acontecimientos que estaban siendo cegados por un comportamiento salvaje y defensivo, entendible a su vez por las condiciones en la que estos niños están viviendo. Y lo que hace mas importante a este personaje, es que incluso antes de ver al hombre en el paracaídas, hace un comentario que representa la gran tesis de Brook: “Tal vez no hay bestia. Tal vez sólo somos nosotros.” El hecho de que Simon haya visto a una persona, un humano adulto, y que todo el resto pensara que era una bestia, responde a la iniciativa de afirmar que nosotros somos las bestias, los monstruos, y que si tenemos algo que temer, es a nosotros mismos. “La necesidad instintiva de ser miembro de un grupo estrechamente consolidado que lucha por ideales comunes puede ser tan fuerte que torne accesorio lo que esos ideales signifiquen, y que posean o no algún valor intrínseco.”
Los jabalíes son el sustento principal de alimento y a la vez, su cacería nos demuestra el poder que adquiere el grupo más salvaje. Esto se ve representado cuando la cabeza de unos de los cerdos es cortada y clavada en un palo rindiéndole honores al monstruo que no existe. Esta ofrenda entregada a la bestia no es más que la representación física de los temores existentes a lo desconocido, se le rinde un culto a lo que más tememos, y paradójicamente aquí Simon vuelve a resonar con su gran frase diciendo que no hay bestia, solo somos nosotros. Esta cabeza también viene a representar la ley del más fuerte y dentro de su reproducción divina, se puede comparar con los faraones egipcios y la utilización de esfinges y otros métodos similares de representación del poder, en este caso, la cabeza o esfinge del cerdo es el centro de la ofrenda divina a algún ser superior que se teme y respeta. Esto va de la mano con otro suceso relevante que está ligado al triunfo de este progreso a la inversa, que es la muerte de Piggy, otro asesinato que está totalmente justificado afirmando aun más la tesis que se plantea en el relato, ya que la triada de personajes es un símbolo de ciertos elementos que solo llegamos a descifrar en una vida adulta.
La forma del pensamiento y razón que posee el personaje de Piggy se ve destruida en el momento en que el intelecto ya no tiene nada que ver con la supervivencia, el instinto ha vencido y nos ha mostrado quienes somos en verdad, cuáles son nuestras raíces y de lo que somos capaces de hacer cuando nuestra vida está en juego. El planteamiento no va de la mano con una involución, sino que es un acercamiento para poder entender nuestros instintos más primitivos que solamente se encuentran disfrazados dentro de nuestro mundo civilizado, somos seres salvajes, y ese salvajismo solo se encuentra encubierto por la ideología del progreso. Es por esta razón que los protagonistas de esta aventura son niños y no adultos. Estos jóvenes no se encuentran completamente contaminados por ciertos patrones sociales, conocen ciertas reglas, conocen ciertos comportamientos que tienen que ser aplicados al vivir en sociedad. Esto demuestra que la violencia que una situación x podría engendrar, no va en el hecho de que esa acción violenta la adquirimos viviendo en una sociedad enferma y aproblemada, sino que es algo que está en nuestra sangre, es algo natural, la supervivencia es instinto. No hemos nacido con el gen de la violencia, pero si el de la agresión, y sólo son los factores y los entornos los que transforman esa agresividad en una actitud violenta. “La criatura que en un tiempo mataba solo cuando lo exigían las circunstancias, ahora lo hace para vivir.” Somos hijos de Caín y por más que queramos, nunca podremos cambiar la raíz que generó el fruto de la violencia.
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