Una película al día #105: “Desayuno con diamantes” (1961)

Una perfecta fantasía

[ por: Andrés Daly ]

Elegantemente vestida, despreocupada y con anteojos oscuros, una joven y delgada mujer come su desayuno –algún tipo de masa envuelto en un papel en una mano y un café grande en la otra- de pie y frente a una vitrina de la joyería Tiffany’s, a las cinco y media de la mañana en una calle solitaria de Nueva York. Con esta breve y melancólica escena de créditos acompañada de la música del gran Henry Mancini, el director Blake Edwards logra algo difícil y en general bastante incréible: enamora a la audiencia de Holly Golightly y de la actriz que la interpreta, Audrey Hepburn, y todo en menos de dos minutos. La fuerza de gravedad hacia Golightly/Hepburn sólo irá en aumento el resto de la película.

Holly Golightly (Audrey Hepburn) en el rodaje de la escena inicial.

Golightly es una chica muy social, y aunque no se diga realmente en esta película basada en un libro de Truman Capote, Holly es una call-girl. Como ella misma menciona, cada vez que sale con diferentes hombres por la noche a lujosas fiestas, ellos le dan dinero -50 dólares- para que ella vaya al “powder room”. ¿Se entiende?. Holly vive sola en un departamento pequeño, donde llegan diferentes hombres de citas anteriores en más de una ocasión para tratar de tumbar su puerta y poder “hablar” con ella de nuevo; además, visita semanalmente a un capo de la mafia en prisión, y que también le da dinero. Ama los lujos, el buen vestir, las fiestas y sueña con casarse rápidamente con un millonario para cumplir sus fantasías. Así, con esta y otras claves tibiamente mencionadas y algo ocultas, Holly es un personaje femenino totalmente atípico y con un carácter de poder, osadía e independencia sexual totalmente fuera del marco del Hollywood de los estudios de la década de los 60, e incluso, para nuestro año 2010. Realmente no me lo esperaba.

Quizás la clave está en lograr ocultar astutamente todas las características antes mencionadas que podrían convertir al personaje de Holly –por ejemplo en otro tipo de film- en una femme fatale que seguro terminaría castigada por el código moralista de la época y que narrativamente la veríamos en la conclusión muerta o en prisión, o en otro resultado trágico dispuesto por el discurso moral. Aquí, el truco está en convertirla en lo opuesto a través de la caracterización, un ambiente romántico, melancólico y ligero que hacen olvidarnos por completo de su “ocupación” nocturna, tanto así, que pocos logran recordar este aspecto.

Hepburn construye un personaje eternamente alegre, lleno de energía, de diálogos rápidos y actitud lúdica, con una extraña mezcla de ingenuidad y duro raciocinio, con un comportamiento por veces mucho más masculino y racional –despacha sus relaciones y cambia de vida con una forma de ser muy diferente a la de su género- pero combinado con uno perfectamente femenino que mezcla elegancia en base a su creatividad y emana constantemente vida, posibilidades nuevas e imprevisibilidad. Como todo gran personaje de una película, Holly tiene además un pasado secreto. Utiliza todas sus armas para ocultar una relación y origen que la perturba y que no quiere mencionar.

Holly Golightly

I’m like cat here, a no-name slob. We belong to nobody, and nobody belongs to us. We don’t even belong to each other.

Alejada concientemente de cualquier posibilidad de amor y en busca del hombre que financie sus gustos, conoce de forma accidental a su pareja perfecta, un hombre que vive como ella y que arrienda un departamento sobre el suyo: Paul “Fred” Varjak (George Peppard, todo un galán antes de convertirse décadas después en el conocido “Hannibal Smith” de la serie de TV ochentera “Los Magníficos”). Varjak es un escritor frustrado y poco productivo que se ha convertido en un gigoló en arriendo exclusivo, el juguete sexual de una adinerada mujer mayor casada que le financia un departamento lleno de lujos –el nidito amatorio- y extiende su incapacidad de sentarse a escribir. Esto, también, se muestra de forma muy delicada y permite que el personaje masculino mantenga un carisma a toda prueba y no sea despachado tampoco por una inyección de moralina hollywoodense. Nuevamente, otra gran sorpresa para caracterizar al supuesto “héroe” de la película.

Conversando circular y verticalmente en Nueva York. Perfección.
Atrás de Holly & Paul está el edificio Seagram de Mies van der Rohe y Philip Johnson (1958).

Paul Varjak

You know what’s wrong with you, Miss Whoever-you-are? You’re chicken, you’ve got no guts. You’re afraid to stick out your chin and say, «Okay, life’s a fact, people do fall in love, people do belong to each other, because that’s the only chance anybody’s got for real happiness.»…

La fiesta (inolvidable). De la risa…
..al llanto.
¡Fuck You, Mickey Rooney!
Audrey/Holly, George/Paul. Actores/Personajes siempre en máscaras: una imagen síntesis.

Así, se colocan las cartas cuidadamente sobre la mesa, Holly y Paul van a conocerse, compararse, evitarse, enamorarse, separarse y… uno como espectador no puede más que aplaudir secuencias como la divertida y delirante fiesta en el departamento de Holly, la secuencia en que Holly y Paul recorren Nueva York y realizan todo aquello que nunca hicieron antes, incluyendo un robo de máscaras en una tienda; una famosa conversación en una paneo circular rodeados de edificios o un último diálogo en una noche de lluvia dentro de un taxi.

Mención aparte merece la inclusión de un gato como personaje secundario y único acompañante de Holly en su departamento. Bautizado escuetamente como “Cat”, es un felino que no merece nombre según su dueña hasta que ella no ordene su vida y tenga real derecho de propiedad sobre las cosas que hoy ve simplemente como transitorias. ¿Es Holly de alguna parte?. Un gato como representación y figura clave del desapego de Holly a establecer vínculos emocionales reales con su presente y con quienes le rodean.

Con la excepción de un estúpido lamentable personaje interpretado de forma racista, caricaturesca y totalmente idiota por Mickey Rooney, como el landlord o casero del edificio Mr.Yunioshi, “Desayuno con Diamantes” (Breakfast at Tiffany’s) es una película casi perfecta. Una romántica joya de fantasía que aparece como regalo sorpresa, impredeciblemente, desde el fondo de la caja de un cereal.

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