Arresto Domiciliario
[ por: Andrés Daly ]
Todo comienza con un juego. Georgiana (Keira Knightley) y un grupo de amigas cuasi adolescentes, todas en virginales vestidos blancos, se reparten los nombres de los caballeros que las cortejan, desde el interior de un sombrero; hombres que correrán como “sus caballos” sobre un gigantesco pasto verde en busca de un premio. Desde una ventana de una gran mansión del siglo XVIII, y bajo una peluca, el poderoso Duque de Devonshire (Ralph Fiennes) elige a Georgiana para ser la madre de su primer heredero varón.
Georgiana seguirá jugando más adelante, pero para tratar de escapar, aunque sea momentáneamente, de la prisión de un matrimonio por conveniencia, concertado por su madre, al que jamás debió entrar.
“The Duchess” (2008, Saul Dibb) también es la historia de Georgiana como una celebridad de la época, la “emperatriz de la moda”, como la nombran en Londres. Una mujer que prontamente descubre su influencia positiva sobre la masa; sobre la política -de la que su marido rehuye (como de todo en la vida, excepto de sus perros)- en un momento histórico en que el poder femenino –así como el voto- es nulo.
Esta cualidad moderna de la joven Georgiana, el despertar ante lo que puede provocar con lo poco que ella misma diseña y concientemente se da cuenta que es lo único bajo su control (es decir, los vestidos y el pelo), por muy superficial que parezca hoy, se convierte en lo que bien reconoce como las únicas armas de su género en una época machista. Época de la que lamentablemente es una víctima ejemplar.
Correcta narracción sobre ataduras sociales, embargos emocionales y el despliegue (entre medio de velas, carruajes, vestidos, cabelleras gigantescas, lunares falsos y fiestas) total del protocolo característico de la época; que alcanza sus mejores momentos cuando se exploran los límites (o la ausencia de ellos) de lo que dos mujeres muy diferentes son capaces de hacer por sus hijos: Georgiana en una decisión (“de Sofía”) casi imposible entre sus tres hijas y el hijo de su única relación real con Gray, el hombre que ama; y la decisión de Bess Foster (Hayley Atwell), la amante establecida del Duque, con la que «comparten» casa y cama con Georgiana, por sus hijos varones de un matrimonio anterior.
Triste historia la de Georgiana, mujer adelantada a su tiempo, pero que no le queda otra cosa, ante su ingenuidad e incapacidad de jugar el juego mayor (el de su propia vida) hasta que ya es demasiado tarde; que soportar las amenazas y abusos del parco y controlador Duque, y relegar todas sus emociones detrás de la segura felicidad de tres niñas que, aunque no conocerán un padre, si disfrutarán de una libertad mayor que la de su madre.