Vidas perdidas
[ por: Andrés Daly ]
No es ninguna novedad que los soldados que sobreviven a una guerra jamás regresan. El soldado que se fue de casa, por la definición misma de los actos inhumanos que se ven obligados a cometer en un territorio lejano, no puede ser el mismo al volver, partiendo por el hecho de que matará (“matará”, pero no “asesinará”, la importancia de una palabra para la razón) a más de un ser humano.
Si esto ocurre dentro de los márgenes de un conflicto fundamentado en razones medianamente “válidas” que justifican la participación de su nación en la guerra (a mi parecer, quizás únicamente a las naciones aliadas en la Segunda Guerra Mundial se les puede otorgar, a la luz de la historia, esa argumentación, sólo por el contraste del imperio dirigido por un mounstro -de actos casi innombrables- al que combatieron) pues al menos queda, durante el conflicto y en la cabeza del soldado, esta falsa idea de consuelo, la de un objetivo honorable no matter what. Cuando las razones son inmorales, sólo puede uno, civil, apiadarse de algunos pocos de ellos, los arrastrados al combate, los engañados, y condenar con todo el peso de la ley a quienes los enviaron para enriquecerse, conquistar, humillar, robar, asesinar o peor; y que, valga la redundancia, por supuesto que siempre escapan del juicio.
Por estas y otras razones, me es imposible simpatizar, durante la primera hora de la película con el silencioso capitán del ejército norteamericano Sam Cahill (Tobey Maguire), cuando lo vemos sobrevolando Afghanistán, cayendo de un helicóptero y siendo capturado por los (¿ejércitos?) talibanes.
Pero me adelanto. Antes de partir, lo conocemos junto a su bella familia: su mujer Grace (Natalie Portman, a mi gusto la mejor actriz -joven- del cine en inglés junto con Kate Winslet y Keira Knightley), sus dos hijas, Isabelle (Bailee Madison, impresionante) y Maggie (Taylor Geare), su padre Hank (Sam Shepard), veterano de Vietnam y su mujer Elsie (Mare Winningham) y finalmente, pero no al último, a su hermano menor Tommy (Jake Gyllenhaal). Tommy es la oveja negra de la recta familia: asaltó un banco y cuando se inicia la película ha quedado recientemente en libertad. Todo lo que vemos de él, en el film, solo pretende echar más leña al fuego: irresponsable, alcohólico, inmaduro, lleno de tatuajes, soltero y cesante.
Dos películas por el precio de una hay en “Brothers” de Jim Sheridan (En América, En el nombre del Padre, Mi pie izquierdo) que es además el remake de “Brødre” (2004, Susanne Bier) que también se desencadenaba a partir de Afghanistán (pero ojo, en los cascos azules): por un lado el montaje paralelo entre la vida en casa antes y después de que Sam es dado por muerto en combate, con Tommy asumiendo el rol del ausente, de forma muy gradual, enamorándose primero de la viuda Grace (que lo corresponde en una escena bien escrita) y convirtiéndose en padre adoptivo de las niñas después, y por el otro lado, largas e insoportables secuencias de Sam y otro soldado norteamericano siendo torturado por los talibanes.
La segunda película viene después que explota la bomba de tiempo planificada ya desde el mismo afiche: cuando Sam, oh sorpresa, sobrevive a Afghanistán y vuelve a EE.UU. a reencontrarse con su mujer, su familia, y su hermano. Pero, no es Sam quien vuelve. Los hermanos se enfrentan, las sospechas comienzan con la mismísima llegada del veterano, la tensión se acumula, la vieja psicopatía bien aprendida comienza a fluir y con ella el comienza del fin: un drama bien realizado al que se ha estado esperando entre tanto aburrimiento inicial.
Recomiendo, entonces, aguantar esa primera película para disfrutar al borde del asiento de la segunda, con algunas escenas realmente notables; como la cena de cumpleaños de la pequeña y atormentada Isabelle, con los quejidos de un globo en sus manos mientras observa casi al borde del llanto a ese hombre que ya no es su padre y que realmente ya no prefiere para ella ni para su madre frente al que lo sucedió en su ausencia, o el desenlace donde el horror de la guerra se expresa en la violencia y en la mente de Sam. Un hombre que volvió casi sin heridas, pero completamente aniquilado por dentro.
SAM CAHILL
[Screaming] You know what I *did* to get back to you? You know what I did?