[ por: Andrés Daly ]
El viejo cine de propaganda, si logramos verlo independiente de la nación, mensaje y objetivos de quien lo financia puede, en muy contados casos, tener valores cinematográficos que supeditan el ser simplemente un documento histórico. Estos corresponden, en gran medida, al talento de quien esta detrás de cámara. Es el caso de “El triunfo de la voluntad” (Triumph des Willens, Alemania, 1934) de Leni Riefenstahl, un filme realizado -ingenuamente- para el que luego sería el abominable tercer Reich. Un grano de arena más en en el proceso de endiosamiento de su figura principal, el Führer, pero que, como documental que es, sus cualidades compositivas, fotográficas y narrativas en el trabajo de Riefenstahl hoy no tienen detractores, al menos, estéticos. Solo se puede lamentar, a la luz de la historia, su puesta en servicio a un desquiciado régimen.
En el caso anterior, podríamos sumar, desde otra nación, algunas películas de ese bien intencionado y “edulcorado” –esta palabra que me persigue y que aterriza desde “El mundo sin Brando” a las letras de esta critica- hombre llamado Frank Capra, norteamericano por excelencia, caballero de ángeles, pueblerinos de corazón, y abogados altruístras, con filmes propagandísticos que dirigió varios documentales de la serie «Why we fight», como Prelude to War (1942), The Nazis Strike (1942), The Battle of Britain (1943), Divide and Conquer (1943), Know Your Enemy Japan (1945), Tunisian Victory (1945) y Two Down and One to Go (1945).
Estos no son el caso, lamentablemente, de este par de burdos, bobos y olvidables cortometrajes que vi ayer. Incluidos ambos como extras en la edición de DVD de “Aventuras en Birmania” (1945), comparten básicamente la misma historia, en dos ramas distintas del ejército; la de un hombre simplon, el “man next door” convertido en payaso, pero que al final del día se convierte, como no, en improvisado – y totalmente improbable- héroe.
«Rear Gunner» (1943, Ray Enright) cuenta la historia del viejo L.A. Pee Wee Williams (Burgess Meredith), que sueña con enrolarse -como B17 (una de las maravillas del aire), este es, el que debe disparar desde la retaguardia encerrado en un cubículo. Como curiosidad, un actor de cine B hace el papel del piloto Lt. Aemes, un tal Ronald Reagan. Como sugerencia y alcance al tema del bombardero, como espacio claustrofóbico, de tensas relaciones interpersonales de un grupo humano obligado a defenderse mutuamente en un elefante con alas, este cortometraje la verdad que solo me despertó las ganas de volver a ver esa notable película sobre bombarderos llamada «Memphis Belle» (1990) o el cortometraje «La misión» (1985) que Spielberg dirigiera para la serie Amazing Stories.
«The Tanks are coming» (1945, B. Reeves Eason) es la despreciable historia de un gordo e inepto taxista neoyorkino llamado Malawski (Geroge Tobias) que por cosas de Hollywood y el Ejército de EE.UU. termina cambiando su amarillo vehículo por un tanque en la guerra. Incluye una parada militar y un narrador insoportable que lo aleja totalmente de sus ya falsas pretenciones narrativas.
Más de algún incauto habrá caído al llamado del Tío Sam con estos cortometrajes. Al menos, la participación bélica de la nación emisora de estos cortos puede ser justificable, dado el tenebroso escenario que podría haber resultado de vencer el Tercer Reich; algo que hoy ya no podemos razonar como acá, ahí o aquí. Para una liviana curiosidad histórica y fortalecer la tolerancia a diálogos básicos.