[ por: Andrés Daly ]
Terrence Malick, genio ermitaño del cine, es una especie de semi-dios. Literalmente. Omnipresente fantasma como ningún otro director de cine lo ha sido, el J.D. Salinger del séptimo arte comprueba dos cosas:
- Stanley Kubrik, otra lumbrera tan poco prolífica como Malick (aunque este último le lleva la delantera, con cuatro películas en 40 años), jamás se escondió tanto del mundo como lo hace este hombre. Kubrik hasta podría ser tildado de attention whore en comparación con este recluso, pues por contrato, como se sabe, Malick no realiza absolutamente ningún tipo de aparición audiovisual para promocionar sus films desde que inició su carrera. Un hombre del cual sólo se pueden contar anécdotas -como lo hacen Christian Bale y Colin Farrell en los extras del DVD, una curiosidad y hay tan sólo una decena de fotos personales que se le conocen. Es probablemente el primer Cineasta/Mito propiamente tal.
- La cuarta película del director de «Badlands» (1973), «Days of Heaven» (1978) y «La delgada línea roja» (The Thin Red Line, 1998) es una gran película. No es su obra maestra – para eso dicen que está Badlands o Days of Heaven, que aun no he visto, pero pronto aparecerán por acá espero – pero sin duda esta una película fundamental, bella, llena de potentes comentarios visuales sobre la relación del hombre y la naturaleza, los conquistadores y los conquistados. Y se puede hacer todo esto y más con una historia aparentemente muy simple.
La historia romántica entre los desencuentros de Pocahontas – a la que nunca llaman por su nombre en la película – la princesa nativa «algonquin» (la actriz Q’orianka Kilcher, irradiando carisma de forma casi imposible) y el conquistador inglés John Smith (Colin Farrell construye al fin un personaje interesante, un hombre que permanecerá perdido entre sus sueños, herido en la exploración de los nuevos mundos) es filmada de una forma nueva, compleja y poética. El guión decide observar, más allá de una historia de desamor de dos personajes, la (in)comunicación de dos culturas tan radicalmente opuestas, como lo son también sus concepciones con respecto al territorio donde viven…y donde otros vivirán, como inquilinos desplazantes.
Visiones diferentes que colisionan, en dos nuevos mundos – porque acá hay dos y no un sólo mundo nuevo – el nuevo mundo de los colonos, «América», y el nuevo mundo para los nativos, «Inglaterra».
Esta poesía visual, muchas veces desconcertante en el panorama cinematográfico actual, claramente no sólo es coherente con la autoría del mismo director que montase bellamente el encuentro entre soldados, territorio -Guadalcanal- y naturales en The Thin Red Line diez años atrás, sino que es una opción autoral que logra interpretar y darle nuevo interés a una historia tan universal como esta – un potencial peligro – a un encuentro repetido, por lo demás, decenas de veces en el cine. Sino, ahí están las más conocidas Danza con Lobos (Dances with Wolves, 1990) de Kevin Costner o la reciente Avatar (2010) de James Cameron.
Fotografía ridículamente perfecta de Emmanuel Lubezki (Children of Men, Sleepy Hollow) en gloriosos ¡65 mm!, paisaje – como protagonista y no como contexto – y la música de Wagner (Vorspiel de la ópera Das Rheingold) junto al concierto para Piano #23 de Mozart, se combinan y repiten una y otra vez. Que mezcla. El montaje musical del inicio, cuando llegan los barcos conquistadores a Virginia – con Wagner, a todo volumen – me puso los pelos de punta:
Con los voiceover característicos de los personajes, como tantos otros en los films de Malick, se alcanzan momentos de gran belleza; tres puntos de vista, tres monólogos fragmentados que nos engañan; donde por momentos se pierde el rumbo – a veces es bueno perderse, es un goce – tanto así que el guión de cine cambia de formato, y también de nombre. Ahora se puede llamar lírica.
CAPTAIN JOHN SMITH [voiceover]
All the children of the king were beautiful, but she, the youngest, was so exceedingly so that the sun himself – though he saw her often – was surprised whenever she came out into his presence. Her father had a dozen wives, a hundred children, but she was his favorite. She exceeded the rest not only in feature and proportion but in wit and spirit too. All loved her.
…
POCAHONTAS [voiceover]
Mother, where do you live? In the sky? The clouds? The sea? Show me your face. Give me a sign. We rise… we rise. Afraid of myself. A god, he seems to me. What else is life but being near you? Do they suspect? Oh, to be given to you. You to me. I will be faithful to you. True. Two no more. One. One. I am… I am.
…
JOHN ROLFE [voiceover]Who are you? What do you dream of?
POCAHONTAS
We are like grass.