[ por: Andrés Daly ]
Con un montaje “a la nueva ola”, este film («a.k.a», o «también conocido como»: «I Call First«) es básicamente una exploración temática de un muy joven Martin Scorsese, el inicio de una larga -sobresaliente- y fructífera colección desde este, su primer largo: la cultura itoloamericana, la religión y sus iconos, la calle, la mafia y la comida, el sexo y la violencia, personajes obsesivos y sus largos diálogos, secuencias musicales (con The Rolling Stones, aquí y siempre), y claro, Nueva York, Nueva York.
De forma pausada y un tanto dispersa, se cuenta la historia protagonizada por J.R., un Harvey Keitel en su primer rol en el cine, a los 27 años de edad y a dos años de la fundacional «Mean Streets», («Calles Peligrosas», también de Scorsese). J.R. se enamora de una chica -insípida- que erróneamente asume como virginal, y que se contrapone a las prostitutas de Nueva York que él suele frecuentar (con The Doors machacándote tus oídos) pero que resulta tener, como se enterará en una confesión, una historia oscura que él es incapaz de superar. Entre medio de esta historia de amor, J.R. pierde/invierte su tiempo con sus amigos, uno grupo de chicos que aparentemente se creen gangsters.
Mas alla de la aburridísima lenta trama, la película sirve realmente como el resplandeciente catálogo de talentos del director, de una fotografía en blanco y negro muy cuidada (aunque con unas sombras amateur del mismo equipo de producción. y que se filtran por los bordes), zooms extremos y el ocasional montaje experimental-godardiano ¡excelente! que incluye saltos temporales, repeticiones y cambios de ángulos.
Inmaduros, jugando con un revolver en la mejor escena del film y que basta como argumento para ver todo el largo («Oye Watusi me dicen que tú eres guapo«), turnándose para intimar con unas mujeres o viendo a John Wayne en la mítica “Mas corazón que odio” («The Searchers»), estos amigos que están a veinte años de ser unos temibles Buenos Muchachos, unos gangsters de N.Y.,los violentos dueños de casinos o siquiera compartir algo de la inminente oscuridad de Travis Brickle, son tan sólo niños con corbata, que les queda poco más que conversar animadamente en un ferry en una noche fría, tratando de conquistar chicas rubias con revistas extranjeras.