[ por: Andrés Daly ]
Contenedor de la visión comercial y artística limitada de dos directores publicitarios trasandinos fugados (pero bueno, ese es otro cuento) un guión “cine B” construído precariamente en base al fenómeno televisivo y comercial del “reality”, réplicas del cine hollywoodense (pero del mas insípido), un casting bastante respetable en algunos casos (Tomas Vidiela, Delfina Guzmán, Francisco Reyes) y uno totalmente anecdótico (“El Pera y Salfate” en un cameo tipo “Maldita Sea” que funciona como metalenguaje para este sucedáneo de film), “El nominado”, es un lamentable desperdicio de tiempo y dinero, y, que yo haya visto al menos, la película más mediocre que se haya realizado en Chile.
De la historia, no hay mucho que decir: un grupo de personajes disfuncionales y caricaturizados (la mujer-niña, el deportista, el gay, la artista, la arpía) son encerrados en una casa-estudio/bunker en un lugar desconocido y aislado en un hermoso paraje de la cordillera de los andes. Uno de ellos, Miguel, psicópata adicto a los rayos catódicos, liderará un proceso de eliminación de sus compañeros, un poco más radical a los que nos tiene acostumbrado el formato.
Rodeados de cámaras, estos seres son vigilados por un grupo de personajes gratuitos que supuestamente están emitiendo el programa en la televisión abierta, pero que parecen más bien un grupo de chiflados: el poderoso e infiel dueño de la estación, el director del programa: una especie “Christof” chileno (a la Truman Show) que maneja los controles ¡desenchufados! de un Mixer, y un grupo anecdótico de técnicos argentinos y chilenos que aparentemente no trabajan. Para concluir el equipo, nos queda un melodramático Cristián de la Fuente, como el animador del espacio.
Esta película no llega a alcanzar ese grado de precariedad y falta de tino necesario para entrar al género del “cine tan malo que es bueno”, que la pondría al nivel de un tipo de cine “de culto” inolvidable. Esto, que podría haber servido al menos como un aliciente (tratando de ser positivo), no llega a ser tal, y no estamos frente al “Plan 9 del espacio exterior”, sino que con un mal telefilm para cerrar las transmisiones televisivas.
La inmadurez cinematográfica del equipo detrás de cámaras, el horror de ese guión, el esfuerzo económico perdido que supone levantar una producción cinematográfica y la suposición constante que el espectador es un completo imbécil, me dejó completamente aturdido.
El director del programa y la mesa desenchufada. ¿Fue intencional? ¿Serán entonces que son un grupo de lunáticos, a la «Monty Pyhton and the Holy Grail»?