[ por: Andrés Daly ]
«We soldiers dig. We dig all day. This is the hole that we will fight and die in. Am I digging my own grave?» – Saigo, en la carta a su esposa (del guión original en inglés).
La película “compañera” de la también bélica “Flag of our Fathers” (2006), fue realizada el mismo añopor Eastwood; ya que Eastwood aparentemente es un ser humano de otro planeta capaz de realizar dos películas bélicas de este tamaño, al mismo tiempo y sin mayor problema. En «Flags…» teníamos el punto de vista norteamericano -y obviamente particular del viejo director norteamericano- sobre la batalla de Iwo Jima.
“Flags…” era una mirada sombría a lo que se pretendía «vender» por «el heroísmo» de los soldados a través de la prensa y el poder militar en aquella época. En «Flags..» se mostraban las ansias por juntar un poco más de dinero, para seguir pagando una guerra económicamente necesaria. Se refleccionaba además sobre el poder mediático que una simple fotografía podía tener, en contraste con la violenta, manipuladora y apática realidad que vivían entonces los soldados; simples hombres definidos sólo por sus acciones, en defensa de la vida de sus propios compañeros de pelotón – este es el verdadero heroísmo- hombres lanzados a un territorio que no conocen, a miles de kilómetros de su hogar. Hombres que se preguntan ¿que diablos estamos haciendo acá?.
Mientras que «Flags…» funcionaba bastante bien narrativamente, pero fallaba casi totalmente a la hora de compenetrar y emocionarnos con las historias de los protagonistas de esta famosa fotografía, Eastwoodesta vez lo logra rotundamente con “Letras de Iwo Jima”, la visión de la misma batalla, desde el punto de vista nipón.
Es bastante impresionante – e inaudito hasta donde yo se – que un viejo director norteamericano cree una película totalmente hablada en japonésy sea capaz de tener una mirada tan sensible del punto de vista de esta nación a través de unos cuantos hombres; replicando para ello la misma batalla que ya vimos en la película anterior, pero contándonos esta vez las historias de quienes están prácticamente enterrados en vida bajo esta isla volcánica. Mientras los soldados japonés se preparan, resisten y fracasan ante el incesante bombardeo y la invasión, esta vez son los soldados norteamericanos quienes cumplen el rol clásicamente atribuido a los villanos en las películas bélicas de Hollywood: los alemanes, japoneses, italianos, vietnamitas e iraquíes (sobre estos dos últimos…¿con que derecho?)….vaya lista de nacionalidades.
«I don’t know anything about the enemy. I thought all Americans were cowards. I was taught they were savages. » – Shimizu (del guión original en inglés).
La batalla de Iwo Jima ocurrió entre febrero y marzo de 1945, entre el Ejército de los Estados Unidos y el Imperio del Japón. La invasión a esta isla era el último paso antes de poder aproximarse a Japón y detener, por medio del brutal e injustificado lanzamiento de dos bombas atómicas, la Segunda Guerra Mundial, en el frente pacífico, luego de la caída del Nazismo y el frente en Africa e Italia. En esta pequeña isla, de tan sólo 20 km cuadrados, murieron 24.480 soldados estadounidenses y 20.703 soldados japoneses, en una verdadera masacre entre ambas partes.
Los códigos de honor, familia, patria, simbolismo y autoridad, que uno espera de la cultura japonesa, subyacen bajo los personajes con que Eastwood va diferenciando a los soldados, capitanes, tenientes y civiles; en un grupo de hombres encerrados en oscuras cuevas y túneles, en una espera constante antes de la muerte segura ante un invasor que los supera en número. La geografía de la isla es un personaje más, un lugar parecido al infierno, rugoso, grisáceo, inhóspito, desolador. La música de la película, una simple melodía repetida incesantemente, se transforma en una presencia constante, subterránea y melancólica que embellece las imágenes.
Una película claustrofóbica por momentos, con una imagen sobresaliente en los claroscuros, sin ningún tipo de temor en describir la violencia física (la escena con las granadas es horrorosa) y psicología que reciben los soldados, bella en sus momentos mas íntimos; como la canción que unos niños japoneses dedican al General Kuribayashi, el líder de la resistencia japonesa (interpretado por el gran Ken Watanabe) desde su país y que el General junto a sus hombres escuchan, en profundo silencio, a través de la radio. Muy recomendable en todo aspecto, «Letras de Iwo Jima» hay que verla acompañada de la película que la antecede, que a la luz de esta, se revela como su hermano menor.