[ por: Andrés Daly ]
*No leas una palabra más sino has visto los primeros capítulos de esta temporada. Quedaste advertido.
Con los primeros dos capítulos de la sexta temporada, titulados curiosamente «LA X», así, con un espacio entremedio (que entonces: 1. No representan la sigla del aeropuerto, sino que a la ciudad de Los Angeles…y a un evento singular a continuación – «X marks the spot» decía el viejo Indiana Jones o 2. Los guionisas nos toman el pelo y podemos interpretarlo como realmente queramos, da igual), Lost, aquella maldita/amada serie de ABC vuelve con mucha intensidad a su sexta y última temporada, que ojo, casi por principios – su alma siempre será el misterio – y como ya han anunciado sus guionistas, no responderá a todas las interrogantes de la serie, ni siquiera en su último capítulo, sino que tan sólo a las principales. No, no están muertos.
Sumando un nuevo formato narrativo, a los viejos flashbacks y a los impresionantes flashforwards, que se intuía desde que Juliet detonara la bomba de hidrógeno al final de la temporada anterior; tenemos ahora los nuevos «flashsideways» o retrocesos a un tiempo lateral (volvemos al año 2004 para ser precisos) y que en resumente, significan que bien podemos (o no) estar viendo una línea de tiempo «alternativa» (que no es precisamente la palabra usada por los guionistas) o mas bien, una realidad que probará será convergente con la historia principal que ya venimos siguiendo, de forma masoquista y adictiva desde hace cinco años, la de los naúfragos que caen, escapan y vuelven a la isla.
El capítulo doble presentó algunas escenas osadas como la notable zambullida en el mar para ver la isla hundida, tiburón de Dharma de por medio; interesantes nuevas interrogantes en la historia alternativa, que ahora nace desde 1977 para tener alcances insospechados (¿Desmond en el avión leyendo a Salman Rushdie* por unos minutos antes de desaparecer? ¿Kate asesinó a un hombre inocente? ¿Hurley tiene suerte? ¿Los guionistas siguen insistiendo con Rose y Bernard, que acaso no se rinden?), imágenes metafóricas como aquella de Kate volviendo de un viaje en el tiempo para caer sobre las lineas de un gran y ramificado arbol, y otras un tanto obvias y un poco vulgares, como Sayid vuelto a la vida después de su herida en el costado, con bautizo en las aguas y levantamiento «crucificado» all included.
Jack duplicado en el espejo del avión, observándose como a un desconocido, herido misteriosamente en el cuello, mientras vive un particular momento de deja vu, o mas bien de ausencia, ante lo que debería estar viviendo, su brutal caída a la isla en su pasado ahora intercambiado, esta es entonces, la negación a su historia personal y a la de todos en ese avión); es un punto alto en el capítulo, esos que nos recuerdan porqué vemos Lost, por qué disfrutamos ese misterio de lento desenvolvimiento, por qué cobran sentido esos montajes musicales que dan una nueva lectura a una escena vista mil veces antes, la de los pasajeros del Oceanic 815 sentados en sus butacas en el avión. Una serie que sabe reinventarse.
Serie que es preferible también que se aleje un poco más de esas paredes de papel maché, burdas imitaciones del cine de matiné, pero supongo que es ahora un elemento necesario, parte de la transición desde la ciencia ficción a la fantasía que ha tenido la serie. Escenario que tuvimos el resto del capítulo doble, con los nuevos-nuevos-«Otros» hippies armados; que como siempre, secuestran, golpean, matan, torturan y no son capaces de responder preguntas, sean simples o complejas.
Para terminar de atrapar a los fanáticos-escépticos, que nos vemos obligados a terminar de ver la serie, aunque sea sólo por las horas invertidas previamente, nos entregan sus marcas registradas infaltables: el fantástico montaje musical en cámara lenta dentro del avión – inundado por los llorones violines de Giaccachino, el sonido que nos anuncia el cambio entre líneas temporales (y que esta empezando a desaparecer en el siguiente capítulo, intención gradual de mezcla narrativa de Lindelof y Cuse, mucho cuidado), y por supuesto, el plano detalle del ojo que se abre, ahor el de Kate, reclinada y aturdida en la punta de gran un árbol lleno de posibles caminos por recorrer para llegar a un inicio, y que ojalá -esperamos todos- lleguen a buen (aero)puerto.
Notas:
* Después de unas breves vacaciones, 35milímetros regresa a su programación habitual, y extendiendo el humilde análisis de medios audiovisuales como el cine, ahora también a la pequeña-gran pantalla, al menos para el caso de algunas series destacables, como es el caso de este post sobre Lost. Sigue a continuación el del capítulo 3.
* En el avión, excepto Jack, que se alcoholiza (un fantasma de su posible futuro), casi todos leen: Desmond lee «Haroun and the Sea of Stories», un cuento de niños sobre el poder de la imaginación y la creación de historias, situado en una ciudad tan antigua que ha olvidado su nombre, Locke lee el folleto de seguridad del avión, Rose lee «Weekly Woodsmen», un revista ficticia, Leslie Arzt (el hombre que se convirtió en puré cuando fueron a buscar explosivos a The Black Rock) guías sobre insectos, Jin lee una revista (¿de negocios?), Sayid ve la foto de su chica sobre su pasaporte. Curiosamente, Sawyer no lee.
* Antes de entrar al templo de la perdición del papel maché y la plumavit, Hurley encuentra «Fear and Trembling» de Kierkegaard, que trata sobre el dilema del bien/mal de Abraham, sobre matar o no a sus hijos, según el pedido que Dios le ha hecho.
* Alpert, ¿esclavo del Black Rock? (según dice Locke). ¿Cuando tendremos su flashback?