El nuevo montaje de la compañía, «El hombre que daba de beber a las mariposas», se estrena el 1 de julio en Matucana 100, y en agosto se presentará, en alternancia con «Sin sangre», en el Festival de Edimburgo.
[ por: Juan Antonio Muñoz H. – El Mercurio]
No hay estreno teatral más esperado. Después de «Sin sangre» (2007), que tuvo un éxito enorme en Chile y en el extranjero, Teatro Cinema (ex La Troppa) se dedicó a trabajar en un espectáculo que los hiciera avanzar en esto de mezclar imagen virtual y acción escénica, pero que los pusiera también en las antípodas en términos de clima.
El anterior montaje, si bien puede entenderse como una alegoría sobre el perdón, era una relectura de la obra homónima de Alessandro Baricco sobre torturadores y víctimas. Como en «Gemelos» y «Jesús Betz», en «Sin sangre» los personajes parecían a la deriva en la nebulosa de su tragedia. La crueldad de las imágenes se suavizaba un tanto con el optimismo nostálgico que bañaba la puesta.
En cambio, «El hombre que daba de beber a las mariposas» -escrita por Dauno Tótoro, Laura Pizarro y Juan Carlos Zagal, y coproducida con la Fundación Teatro a Mil- está hecha «a partir de la luz», como describe Laura Pizarro, y persigue plantear preguntas como por qué es bueno vivir y cuánto vale en verdad un momento que parece insignificante. «Son ideas que se expresarán en un plano poético; buscamos dar cuerpo real a los sueños, a los mundos que parecen inasibles, realidades que están sobre la realidad oficial», puntualiza Juan Carlos Zagal.
Belleza infinitesimal
Una frase de la exitosa novela «La elegancia del erizo», de la filósofa Muriel Barbery, ayuda al momento de intentar definir: «¿Dónde se encuentra la belleza? ¿En las grandes cosas que, como las demás, están condenadas a morir, o bien en las pequeñas que, sin pretensiones, saben engastar en el instante una gema de infinitud?». También se puede agregar otra cita, más famosa, la de Shakespeare en «Hamlet»: «Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito».
«El hombre que daba de beber a las mariposas», pensada para niños y adultos y destinada a transmitir alegría, quiere que, a partir de la belleza, padres e hijos puedan hablar acerca del sentido de la vida, de cómo cada cual debe tratar de buscar sus propias respuestas y que la respuesta de uno no tiene por qué servir a otro.
Se narran, por decirlo de algún modo, cuatro historias, cada una de ellas detonante de impulsos que generan un cambio. «Es como si la teoría del caos se hubiera apropiado de nuestro proceso creativo. Todos los actos humanos están regidos por el caos. Basta que algo sea percibido de una manera para que cambien los actos y sus interpretaciones. Así funciona la mente humana. Proponemos viajar en el tiempo y en nuestro espacio interior. Atisbar cuánta vida hay en un segundo; por eso esa imagen tan eterna y a la vez tan efímera de un hombre con una gota de agua en su mano, esperando que una mariposa llegue, la roce y se lleve una parte infinitesimal de esta gota», explica Zagal.
El personaje central es Filippo, un músico retirado dueño de una orquesta que hacía giras interminables. La obra comienza en el momento en que Filippo tiene un ataque al corazón; desde ahí, la historia viaja en el tiempo, al pasado y al futuro, arriba y abajo, conectando, a gran velocidad, las historias. Mezclando, además, técnicas teatrales y cinematográficas. Así como en la vida llega un momento en que no se sabe qué fue, cómo fue, qué está siendo y qué está por suceder, «El hombre que daba de beber a las mariposas» espera lograr que el público se pregunte si vio realmente lo que vio, si lo que sintió es lo que quisieron que sintiera, y si el momento que vivió era uno de teatro o uno de cine previamente filmado. «Nada es y todo es. Así es la realidad», zanja Laura Pizarro.
Zagal será Filippo. Laura Pizarro tomará la piel de la actriz Elisa, que encarna a una Dama en una película que se filma al interior de la obra. «Cine dentro del teatro, dentro del cine, dentro del teatro», bromea Laura. Con ellos, los actores José Manuel Aguirre, Ita Montero y Cristián Garín. José Pedro Pizarro es el productor general y de arte, y el mismo Zagal, como siempre, es el responsable de la música. La puesta viajará por el planeta. Tras su estreno en Santiago el 1 de julio, Teatro Cinema hace este año su entrada al mundo anglosajón; el extraordinario Festival de Edimburgo los lleva a Escocia con este nuevo montaje, en alternancia con «Sin sangre». Luego siguen a Francia, Bélgica y España, para volver a Chile en enero de 2011.
Fuente: El Mercurio (online). Reproducido íntegramente con fines educativos y de difusión. Las fotografías no pertenecen al texto original ni a 35milimetros, son el resultado de una búsqueda en Flickr y de la publicación realizada por el Festival de Teatro de Napoli.
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